La Capitalidad Cultural Europea en 2016 fue un tren que pasó ayer sin parar. Tras él, se marcharon convoyes llenos de oportunidades. Un estudio de la Fundación Córdoba Ciudad Cultural, hecho público en el arranque de 2010, fue el primero en ponerle cifras al impacto económico de este evento. Si el jurado hubiera seleccionado a Córdoba, habría entrado en un selecto grupo de urbes que disparan automáticamente su «tirón» turístico. Este informe, tras analizar una veintena de ciudades que habían ostentado este título entre 1995 y 2007, apreció que gozaron de un incremento medio del 12% en las pernoctaciones en el ejercicio de la Capitalidad.
Eso supondría, tomando como punto de partida los resultados de 2010 (1,1 millones de noches de alojamiento), que, si Córdoba hubiera logrado la elección y los fastos culturales fueran el año que viene, habría saltado a 1,23 millones de pernoctaciones. Serían 132.300 más. Y para elevar ese porcentaje, Córdoba tenía a su favor el enorme potencial de su patrimonio o de algunas de sus festividades: Patios o Semana Santa.
Además, el visitante que iba a captar la capital era una mina. El citado estudio apuntaba que su promedio de gasto es de casi 200 euros. Si la Capitalidad fuera en 2012 y Córdoba hubiera sido la elegida, habría ingresado 155 millones por los viajeros. Para redondear el berrinche, hay que reseñar que, encima, el efecto de este título no se diluye así como así. Este informe indicaba que la pérdida media de pernoctaciones al año siguiente de celebrar el evento era del 5%.
En materia turística, a Córdoba le tocará ahora redoblar sus esfuerzos e intentar aspirar, al menos, a parte del botín perdido. Para ello, deberá sacar el máximo partido a sus productos nocturnos: visita a la Mezquita-Catedral más los espectáculos de luz y sonido del Alcázar y el ecuestre de Caballerizas. Todos buscan mejorar la estancia media, el eterno talón de Aquiles como destino turístico.
Y será determinante para el sector la construcción del Centro de Congresos —en el aire por su alto coste para las arcas municipales y al que le podían haber llegado fondos con la Capitalidad—. Por un lado, porque permitiría a Córdoba jugar en la primera división del turismo de negocios y este tipo de visitantes es de un alto poder adquisitivo. Por otro, dotaría a la capital de un magnífico auditorio.
Pero el dinero que debían dejar aquí la riada de visitantes que iba a traer la Capitalidad no era el único que se iba a dejar sentir con ella en la urbe. Las Administraciones y el sector privado también tenían previsto realizar un desembolso relevante, según la propuesta de candidatura presentada ante el jurado.
Industria cultural
Por un lado, habría habido un presupuesto de 113,1 millones para básicamente desarrollar el programa de actividades y poner en marcha este evento. De esa cifra, la cantidad más importante salía del propio Ayuntamiento: 32,4 millones —un 28,6% del total— en el periodo 2011-2017. El segundo aporte principal en las Administraciones debía venir de la Junta —en este capítulo se incluía también a la Diputación, aunque con una contribución menor—, con 28,2 millones. El Gobierno central apoquinaría 13 y, paradójicamente, la menor porción de la «tarta» era la de la UE (3,7).
En cuanto al sector privado, tenía que haber aportado 28,9 millones (25,5% del total).
¿Y en qué se iban a gastar esos 113,1 millones? Pues, seis de cada diez euros tenían que ser para el desarrollo del programa de actividades (67,2 millones). La siguiente partida más relevante iba a ser la que se consignara para abonar los salarios y gastos de gestión y de administración del proyecto. A este capítulo irían 24,8 millones. El último campo relevante iba a ser el de promoción (16,7).
Paralelo al presupuesto de actividades estaba el conocido como de «capital», con el que se desarrollarían las infraestructuras de todo tipo para el desarrollo del proyecto. Eran 809,1 millones a desembolsar por las Administraciones. Hay que matizar que aquí hay parte de actuaciones que están hechas , en obras o que está previsto ejecutar, independientemente de lo sucedido ayer. Es el caso de la Ronda Norte, valorada en 220 millones, e incluida entre los equipamientos de comunicación necesarios. La Junta la abordará sin que la decisión del Comité de Selección influya.
Los citados 809,1 millones sufragarían tres tipos de actuaciones. La principal era la de infraestructuras de comunicación (354,7 millones), donde se incluía la reseñada Ronda Norte o la ampliación de la pista del aeropuerto, ya cercana a concluir. Igualmente, había una partida importante para las obras de revitalización urbana, en plazas, jardines, calles: 286,4 millones —recogen las obras de mejora del Puente Romano y su entorno cercanas a concluir—. El último capítulo, por gasto, era el de financiación de nuevos equipamientos culturales o mejora de los existentes, con 168 millones, si bien algunos están acabados, como el Teatro Góngora, o en obras, como el Conservatorio.
Además, la decisión del Comité de Selección ha pasado como una locomotora sobre las aspiraciones de Córdoba de potenciar su industria cultural y convertirla en un elemento fundamental de su tejido productivo. El Ayuntamiento debe sentarse ahora con otras Administraciones para ver cómo pueden lograr este objetivo.
