Jarro de agua fría. Y no porque el nombre no fuera el de Córdoba, que entraba dentro de lo posible cuando había otras cinco ciudades en juego, sino por las razones esgrimidas por el Comité de Selección. El sueño de la Capitalidad Cultural 2016 terminó poco después de las cinco y veinte de la tarde de ayer, cuando el jurado se decantó para esta designación por San Sebastián y lo hizo sin esconder que detrás de su elección había una motivación política: la de que era un proyecto que podía contribuir a la paz en el País Vasco y a la «normalización» de la vida política.
La explicación no convenció a ninguna de las cinco excluidas, Córdoba entre ellas, y no faltaron las voces que califaron de «error» la decisión del jurado de confiar la distinción a una ciudad en manos de un partido político, Bildu, que ya había mostrado su indiferencia hacia el proyecto y que tiene entre su ideario separarse de un Estado al que tendrá que representar en el año 2016. Las reacciones se sucedieron como una cascada a cargo de alcaldes, consejeros y responsables de proyectos.
La elección de la capital guipuzcoana fue el momento más emocionante de una tarde en la que la esperada designación se hizo esperar. Antes, el presidente del jurado, Manfred Gaulhofer, había felicitado cumplidamente a las seis aspirantes y había desgranado los puntos más llamativos de sus proyectos con un buen número de elogios. El de San Sebastián ya daba que pensar, porque según él la designación de 2016 podría «contribuir a que cesasen las actividades violentas en el País Vasco». No en vano, manifestó que había «emocionado» el esfuerzo que se había hecho para lograr «la paz».
Incluso nombraron el impulso que Odón Elorza, alcalde impulsor de la candidatura y desbancado por Bildu tras las elecciones del 22 de mayo, había dado a su aspiración, ya que fue el único nombre propio que se pronunció. Gaulhofer aludió al llamado «proceso de paz» como uno de los grandes atractivos del proyecto easonense. También hablaron de Córdoba y resumieron las características con que concurría su proyecto. No pasaron por alto el calor de los cordobeses en su visita del pasado 3 de junio, donde miles de personas mostraron en las calles su voluntad de que la designación como Capital Europea de la Cultura fuese para Córdoba.
«Estamos convencidos de que las seis ciudades podrían representar muy bien el papel de Capital Europea de la Cultura en 2016», aseguró una y otra vez Gaulhofer, que utilizó el inglés para un auditorio exclusivamente hispanohablante y a pesar de que entre el jurado había seis españoles. «Habría muy buenas razones para que todas ellas fuesen las ganadoras», insistió Gaulhofer en un largo discurso antes de dar por fin el nombre de la ciudad ganadora.
Las virtudes
Después de una larga alocución de agradecimiento a las candidatas, se anunció el nombre de la ciudad que se propondría al Ministerio de Cultura como Capital Europea de la Cultura para 2016: «Donostia-San Sebastián». Los momentos de decepción más profunda llegarían más tarde: en aquellos momentos primaban sobre todo la perplejidad y la parálisis entre los miembros de la candidatura cordobesa. A sus espaldas, los representantes de San Sebastián porrumpían en gritos y abrazos y un tumulto se apoderó de la sala hasta que el jurado llamó al orden.
El vicepresidente del jurado, Emilio Casinello, fue desgranando después algunas de las virtudes que habían encontrado en la capital guipuzcoana para ser Capital Europea de la Cultura en 2016, y entre ellas estaban dos presentaciones muy originales, tanto la que se hizo en septiembre como la que tuvo lugar al mediodía del lunes, justo después de Córdoba. También elogió que la vista de los miembros del Comité de Selección estuvo «impecablemente organizada», además del contenido de la propuesta en sí. Casinello también destacó el calor popular y la implicación de la ciudadanía con San Sebastián 2016. Antes, tanto la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, como los miembros del jurado habían destacado que había sido la elección «más difícil» para una Capital Europea de la Cultura, ya que en ninguna otra ocasión había un número tan alto de proyectos de gran calidad como ahora, y por lo tanto jamás se había generado tanta expectación como en el día de ayer.
Al acto puso punto final el alcalde de San Sebastián, Juan Carlos Izaguirre. El regidor de Bildu, que siempre se refirió a la ciudad por el nombre de Donostia y jamás por su toponimia tradicional en español, destacó la pluralidad de la candidatura, a la que su partido era indiferente cuando no hostil antes de que las elecciones municipales le dieran el bastón de mando y ensalzó que en ella hubieran trabajado personas de distintas ideologías.
En sus palabras pronunció algún fragmento en euskera y destacó que la difusión de esta lengua y de la cultura autóctona vasca será uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de la Capitalidad Cultural en 2016, pero también procurará una «Donostia abierta al mundo». A su lado, y pese a las diferencias que les separaban hasta el mismo día de la presentación, el ex alcalde socialista, Odón Elorza, lloraba de emoción por haber conseguido el objetivo que se marcó cuando estaba al frente del Ayuntamiento.
La decepción ya era bien visible cuando terminó la multitudinaria rueda de prensa y los miembros de la delegación de Córdoba comenzaban a compartir impresiones.
Aprovechar el esfuerzo
La máxima responsable técnica, Carlota Álvarez Basso, intentaba poner al mal tiempo buena cara aunque sin poder ocultar su decepción. La gerente de la Fundación Córdoba Ciudad Cultural se declaró «muy triste porque había detrás mucha ilusión y mucho trabajo», aunque concedió que podía pasar que no fuese la elegida. Según ella, el proceso no ha sido en balde, porque Córdoba en estos años ha afrontado «una revolución para pasar de ser una ciudad patrimonial a una ciudad del siglo XXI».
Por eso instó a seguir haciéndolo «con la misma ilusión y con la misma unión trabajando por la cultura, que es el futuro de la ciudad». Para ella, el discurso «sobre la paz» fue el que convenció al jurado a favor de la capital guipuzcoana y en contra de Córdoba.
En la misma idea incidió el alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto, quien elogió el espíritu que se ha creado alrededor de la candidatura e invitó a continuar trabajando de la misma forma. «No podemos venirnos abajo», insistió.
Manuel Pérez, director de la Oficina Municipal de la Capitalidad y el más veterano de todo el equipo técnico, también dijo «no comprender» la decisión, aunque prefirió mirarlo en positivo y quedarse con lo bueno que ha conseguido la ciudad en los últimos años.
«Córdoba ha hecho un trabajo impresionante, sobre todo en la última etapa y gracias a la gente. Ha sido impresionante. Toda esta energía hay que aprovecharla para seguir adelante y para afrontar nuevos retos y nuevos proyectos», dijo tras confesarse «decepcionado y triste». El futuro ahora será «transformar la ciudad a través de la cultura», afirmó Manuel Pérez.



