EL pasado lunes, día 20, escribí: «Córdoba y Donosti eran las favoritas de la Unión Europea. Pero sería inconcebible que Europa otorgase la Capitalidad Cultural a una ciudad gobernada por batasunos que reniegan de todo lo que Europa significa. ¿Quién nos iba a decir que la mayor infamia de Zapatero podría terminar beneficiándonos?». Pues bien, por inconcebible que resulte, San Sebastián ha sido la elegida tras una votación en la que ha primado el interés político del Gobierno, inmerso en un proceso de negociación con los terroristas para así salvar la demencial herencia del zapaterismo. Hasta el Jurado lo ha reconocido. No olvidemos que dos electores básicos (uno de ellos Emilio Casinello) fueron nombrados personalmente por el agónico Presidente. Esto es un caramelito más en su estrategia de cambalaches y apaciguamiento de ETA. Podía hacernos daño. Y lo ha hecho. Al igual que sus marionetas en el TC aprobaron la legalización de Bildu, ahora sus marionetas en el Comité de Elección han cumplido sus designios. Así de fácil.
Porque, más allá del proyecto cultural que San Sebastián ha presentado (que no discuto), esta elección a nivel europeo presentaba otras claves. Y mal se compadece que se designe como icono cultural de España a un Ayuntamiento regido por quienes, como primera medida, retiraron la foto del Rey y la bandera nacional. Yo no sé si todo estaba pactado, como sospechamos. Desde luego la sensación que nos queda es parecida a cuando te roban un partido en el último minuto, pitándote un penalty injusto que el árbitro sabe que es mentira. Como el codazo de Tassotti a Luis Enrique en el mundial-90.
Córdoba necesitaba este estímulo internacional, sí, pero no debemos caer en el pesimismo. Tenemos que aprovechar este impulso para fomentar el desarrollo económico y social de Córdoba partiendo de la cultura. Ese es el gran triunfo de Córdoba 2016: que nos ha hecho creer en algo. No seremos capital cultural europea, muy bien, pero llevamos impregnada desde hace 2000 años la CULTURA. Y tenemos que jugar bien esa carta. Por ello, brindo mi reconocimiento a cuantos han trabajado en este proyecto de ciudad. A todos. Los que están y los que estuvieron. Gracias.
Y a partir de mañana, alta la cabeza, mirada larga y vista al frente, a seguir trabajando por Córdoba y por la cultura. Que lo demás… Lo demás apesta.
