
De la agricultura de subsistencia a los cultivos de alto valor
La extensión del regadío en la zona y la visión empresarial de sus productores han convertido a estas tierras en referente en la provincia de una agricultura tecnificada y vanguardista
El río Guadalquivir riega las tierras más fértiles del Sur de Europa y su extensa cuenca vertebra más de la mitad de la comunidad autónoma de Andalucía, de la que es fuente para sus cultivos y promotor de desarrollo. Sus aguas mansas discurren por suaves pendientes, que forman llanuras de extraordinaria productividad agraria.
No obstante, pese a sus magníficas condiciones naturales, la cuenca del Guadalquivir tuvo una agricultura de secano hasta principios del siglo XX, donde dominaban los cultivos de trigo, maíz y olivar.
La Comunidad de Regantes del Valle Inferior del Guadalquivir, hoy centenaria, fue pionera en la toma de iniciativas para la transformación del secano en regadío en la zona de la cuenca, integrando los esfuerzos de los agricultores para mejorar los rendimientos y la competitividad de la agricultura. Esa actitud empresarial, que marcó los inicios de aquellos agricultores, se mantiene en la actualidad y se ha extendido por todo el Valle del Guadalquivir, cuya agricultura se caracteriza por un alto grado de tecnificación y mecanización, integrada con la industria y con las exigencias del consumidor. Así, los cultivos permanentes como los cítricos, los frutales y los frutos secos, con la continuidad del olivar, han tomado el protagonismo.
La evolución hacia esta agricultura mucho más competitiva (una hectárea de regadío produce unas seis veces lo que una hectárea de secano y genera una renta cuatro veces superior) ha sido posible, en parte, por la expansión de las infraestructuras de riego, pero también, por el comportamiento dinámico e innovador que caracteriza a las empresas líderes del Valle del Guadalquivir.
Una de ellas es Royal, firma especializada en la comercialización de frutas innovadoras, gracias a la colaboración con universidades punteras en investigación agroalimentaria como las de Cornell o Florida, ambas en Estados Unidos. Una relación que ha dado lugar a la comercialización de productos mejorados en cuanto al sabor, al aroma o a los niveles de azúcar.
Es el caso del pluot, un híbrido de ciruela y albaricoque obtenido por cruce natural (no transgénico) que la empresa cultiva en el Valle del Guadalquivir, concretamente en la provincia de Sevilla (en municipios como San José de la Rinconada y Castilblanco de los Arroyos, principalmente) y en la de Córdoba, con una producción que rondará esta campaña las 5.500 toneladas, de las que el 50% se comercializará en China, donde el consumidor es muy exigente y está dispuesto a pagar por un producto «exclusivo».
Frutal de hueso y cítricos
En fruta de hueso también destaca la empresa Primor Fruits, que viene practicando una política de nuevas plantaciones para adaptar la producción a las exigencias del mercado y de los consumidores. Así, si la vida útil de la arboleda en fruta de hueso ronda los 12-14 años, en las plantaciones que Primor Fruits tiene en las provincias de Sevilla y Huelva (melocotones, nectarinas, ciruelas y paraguayos) la media no llega a los ocho años.
Con una cosecha de 17.000 toneladas de fruta de hueso muy precoz, y otro volumen similar de cítricos, Primor Fruits es una de las mayores empresas productoras y exportadoras de la provincia. Su apuesta está en «ser los primeros en tener fruta de hueso con unos estándares de azúcares que puedan cumplir las exigencias de cualquier cliente».
Desde el municipio de La Algaba, la empresa Iberhanse lidera la exportación de cítricos (naranjas y clementinas) en volumen, con más de 30 millones de kilos con destino al exterior. Los productos de Iberhanse no destacan solo por su calidad y sabor, sino también por su novedosa presentación y packaging, con diseños exclusivos que pretenden proteger más el producto y generar una imagen apetitosa para el consumidor.
La firma apuesta por el desarrollo y la investigación de nuevas variedades de cítricos patentadas y contingentadas, y cuenta con un campo experimental donde evalúan más de 1.800 variedades de cítricos de última generación.
Frutos secos
Los frutos secos han supuesto una verdadera revolución agrícola en la vega del Guadalquivir, donde el almendro supera las 400 hectáreas, siendo la irrupción más destacada del último lustro.
De hecho, el «boom» del almendro ha tenido impacto en todo el campo andaluz, con un crecimiento de hasta 5.000 hectáreas anuales en Andalucía.
En 2019 sumaban un total de 212.223 hectáreas en la comunidad, con un fuerte auge del cultivo en riego. Este crecimiento ha hecho que empresas como Dafisa, en el municipio cordobés de La Carlota, inviertan en la que es la mayor planta andaluza para el procesado de la almendra.
Pero no sólo de almendras se «alimenta» el sector. La nuez también está presente, y cuenta en esta zona, concretamente en el término municipal de Palma del Río, con la mayor plantación de nogal en una misma linde de toda Europa.
Se trata de la finca Cortijo de Calonge, hoy en manos de un inversor americano, quien decidió romper con los cultivos tradicionales de la zona y apostar por el cultivo de la nuez, con unas 300 hectáreas plantadas (a las que se suman otras 20 de pecanos). Cuenta, además, con una fábrica para procesar las nueces, otorgándole mayor valor al producto.
El olivo resurge
El olivar es otro de los cultivos que continúan en auge, aunque en marcos de plantación intensivos y superintensivos. Así, destacan empresas como la que gestiona la finca Cortijo El Puerto, en Lora del Río, la única en España cuyo olivar en seto está certificado con el sello de agricultura biodinámica, lo que le abre las puertas de aquellos mercados más exigentes con el respecto ambiental y a los que el sello ecológico les parece poco.
Cuenta con 120 hectáreas, de las que un 80% es olivar en superintensivo, logrando adaptar al cultivo en seto variedades como la hojiblanca, picual, cornicabra y picudo, produciendo aceites de oliva muy estables y a un menor coste que están triunfando en todos los concursos internacionales. De hecho, en 2019 fue la tercera empresa más premiada en el ranking mundial de aceites de oliva virgen extra.
En definitiva, empresas que desde las fértiles tierras del Guadalquivir y conjugando tecnología, innovación, especialización e internacionalización han obtenido productos de muy alto valor, tanto agrícola como comercial.