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Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación / Maya Balanya
Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación

Luis Planas: «La crisis ha provocado que la futura PAC vuelva a ser estratégica para Europa»

Planas cree que hay argumentos para defender que la futura política agraria cuente con unos recursos equivalentes a los del periodo 2014-2020

5 mayo 2020, 06:44

L. Montoto / I. Lopera

«En etapas tan terribles como ésta vemos lo que realmente es importante, y la agricultura ha demostrado que tiene un papel esencial para nuestro futuro». El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación atiende a Agrónoma en una entrevista telefónica en la que analiza los cambios que la crisis del Covid 19 puede provocar en la política agraria.

Luis Planas, que ha sido embajador en Marruecos, consejero de Agricultura del Gobierno andaluz en dos ocasiones y secretario general del Comité Económico y Social de la UE, considera que queda un duro trabajo por delante. En un contexto en el que las videoconferencias han sustituido a las reuniones cara a cara, afirma que para negociar la PAC serán necesarios los encuentros presenciales. «Las reuniones virtuales generan más fatiga, se convierten en una sucesión de monólogos… en Europa no se ha cerrado ningún acuerdo importante con traductores delante», ironiza.

—La crisis ha constatado que el abastecimiento alimentario es vital. ¿Esto puede modificar la futura PAC?
—La crisis ha demostrado que, incluso en  un contexto de integración supranacional, cada país debe ser capaz de producir determinados elementos básicos para la economía y la sociedad, y la alimentación ocupa un papel primordial. Se está volviendo a reivindicar la utilidad de la PAC, que era vista en determinados países de Europa, e incluso en algunos sectores de opinión en España, como una política vieja. Y es verdad que es vieja, porque nació en los sesenta, quince años después de la II Guerra Mundial, cuando aún había problemas de abastecimiento en Europa. Después ha evolucionado, pero ahora se refuerza de su objetivo inicial porque se ha constatado que necesitamos productos en cantidad y calidad suficiente para alimentar a la población a un buen precio y en circunstancias que pueden ser críticas como las actuales.

—Crece la importancia de la PAC pero el presupuesto europeo se reducirá. ¿Cómo conjugan ambos factores?
—El presupuesto europeo baja un 12,5% por la salida de Reino Unido. Actualmente estamos discutiendo el fondo de recuperación que la Comisión debe presentar este mes y también una revisión de su propuesta de las perspectivas financieras europeas. La conclusión final debe ser que la PAC debe tener una dotación suficiente para apoyar a nuestros agricultores y ganaderos, y eso implica que sean los mismos fondos que entre 2014 y 2020. La política agraria debe contemplar tres aspectos básicos: la sostenibilidad económica para que haya una cadena agroalimentaria que funcione bien; la sostenibilidad social, ya que la incorporación de jóvenes y mujeres adquiere ahora una relevancia especial; y en tercer lugar la sostenibilidad ambiental y el cumplimiento de objetivos de lucha contra el cambio climático, que es una razón más para dotar bien financieramente a la PAC.

—¿La defensa de esta PAC requeriría un amplio acuerdo entre partidos, comunidades y organizaciones agrarias?
—Esa es mi filosofía. Estamos en una crisis nacional e internacional y se saldrá de ella tendiendo puentes y coordinando posiciones. Estoy muy satisfecho de la coordinación que estamos teniendo con las Comunidades Autónomas, aunque cada una tiene sus puntos de vista porque España es un país diverso. La semana pasada tuve la tercera conferencia con los consejeros autonómicos y todos compartimos la voluntad de buscar un soluciones. En nuestro enfoque global con Europa así debe ser: mantendremos antes del verano una primera discusión política general y una segunda discusión a fondo en otoño, teniendo en cuenta que la crisis ha retrasado el calendario. La PAC que iba a entrar en 2021 se retrasará probablemente a 2023, de ahí la importancia de lograr unos buenos reglamentos de transición.

—Además de reorientar la PAC, ¿hay que proteger las producciones europeas en los tratados comerciales?
—Hay un debate en todo el mundo sobre cómo afectará el virus a las relaciones internacionales, incluidas las comerciales. Nadie es capaz de hacer una previsión, pero creo que ha quedado claro que los productos que se consideran básicos y esenciales deben tener un elemento de cercanía. Sin embargo, no debemos olvidar que España vende más de la mitad de lo que produce en el exterior, tanto en la UE como terceros países. Los datos de 2019 sitúan el valor de estas exportaciones en 53.000 millones de euros, con un saldo neto favorable a España de 14.000 millones. Esto nos obliga a conciliar posturas de seguridad alimentarias con una política comercial abierta e incluso ofensiva.

—¿Cómo se concilian ambas posturas?
—Hay elementos que sí deben cambiar, como lo que se denomina el «precaucionismo». La doctrina europea a la hora de establecer acuerdos ha sido el de la equivalencia, se pueden importar productos que utilizan fitosanitarios no autorizados en Europa porque lo que se mide es el residuo. Una vieja reivindicación del sector que yo defiendo es ir por la homogeneidad: si un producto no está autorizado en España no puede permitirse que se importen productos que sí lo utilizan fuera de la UE, porque juegan con ventaja. La UE tiene los estándares más exigentes en el orden medioambiental, social y económico, y se deben mantener y exigir a quienes vienen de fuera. Se está forjando un consenso europeo en este punto. En cuanto a las condiciones comerciales, tiempo habrá de discutirlo, pero justo ahora estamos vendiendo muy bien y mucho porcino a China o caprino y ovino en países árabes… seguimos exportando y eso también es vital para la economía.

—En Gran Bretaña han surgido voces que han alertado de que en circunstancias críticas no pueden abastecerse fuera de la UE...
—Las organizaciones profesionales agrarias le están pidiendo al gobierno una PAC británica, después de lo que la han criticado. A la realidad se la echa por al puerta y se te cuela por la ventana.

Ley de la cadena alimentaria

—Sobre la reforma de la ley de la cadena alimentaria. ¿La idea de precios mínimos que prefigura la reforma será inviable jurídicamente?
—El concepto de precio mínimo ni existe ni pude fijarse, va contra las normas de la competencia y de los tratados europeos. Lo que hemos hecho con la Ley de la Cadena Alimentaria, que modificamos con un Decreto como consecuencia de las reivindicaciones del sector, establece que no puede haber precios de venta inferiores a los costes de producción. Es un elemento fundamental, porque la reivindicación de precios justos de agricultores y ganaderos que llenó las carreteras de España continúa teniendo sentido. Ahora tenemos una oportunidad, que es la transposición de la directiva comunitaria sobre prácticas comerciales con un Proyecto de Ley que está en fase de exposición pública para poder discutir la directiva, su puesta al día, nos permitirá ir más allá del decreto y será una oportunidad de la que todos los sectores de la cadena son plenamente conscientes.

—La ganadería extensiva está en crisis. Se ha tomado medidas paliativas que no afectan al ibérico. ¿Qué nuevas medidas habrá?
—Hemos hecho un llamamiento al consumo privado y la respuesta ha sido buena, con un repunte en las ventas de cordero, lo cual es una muestra de solidaridad con los ganaderos. Esta semana llevo al Consejo de Ministros el decreto de apoyo al sector del ovino en relación con la ayuda suplementaria que vamos a incluir con la próxima declaración de la PAC con 180 millones de euros, a los que añadiremos 10 millones que se sumarán a los que aporten las Comunidades Autónomas. Hay también un impulso a la exportación a países africanos y árabes, y estamos en gestiones con Qatar y Kuwait, sobre par el ganado vivo; a esto se le suman las peticiones que se han efectuado para el almacenamiento privado que incluyen carne de ovino y caprino, vacuno o quesos. En el caso del ibérico, hemos hablado con las Comunidades, porque una de las mejores vías de apoyo es utilizar los fondos de desarrollo rural. Estamos pendientes de una decisión de la Comisión para que los fondos no comprometidos puedan dedicarse a apoyar de manera directa a agricultores y pymes.

Triángulo mágico

«El proceso de modernización de la agricultura y ganadería española es impresionante», afirma Planas. Para que sea un elemento decisivo en la recuperación económica hay que trabajar en el «triángulo mágico». Se trata, en primer lugar, de que «los jóvenes y las mujeres se incorporan al mundo agrario, porque un 60% de los agricultores tiene 55 años o más y significa que en esta próxima década se jubilará». En segundo lugar está «la transformación digital, que hace al sector en más competitivo en muchísimas facetas»; y «finalmente el uso eficiente del agua, ya que el regadío produce seis veces más que el secano y es más intensivo en empleo».

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