Hombre cogiendo una mazorca de maíz / EFE
Hombre cogiendo una mazorca de maíz / EFE
Importancia de la agricultura

El coronavirus y «las cosas del comer»

«Los gobernantes europeos han perdido la perspectiva de la seguridad alimentaria, por falta de problemas, hasta que ha llegado la maldita pandemia»

6 abril 2020, 13:55

Después de años en los que los gobiernos daban la espalda a la actividad agrícola y ganadera, la crisis mundial del coronavirus ha puesto de relieve la enorme importancia de la agricultura. Y es que llevamos años en que los políticos, por falta de problemas en general, dejaban de ver «las cosas del comer» como una actividad estratégica y esencial. Y la realidad es que comemos mínimo tres veces al día, con una población con un poder adquisitivo cada vez más exigente.

La Política Agraria Común, en adelante PAC, nació a consecuencia de la postguerra de la Segunda Guerra Mundial, con el principal objetivo de asegurar la alimentación a la población europea, sin tener que depender de terceros países. Por ello, desde Bruselas, decidieron articular una serie de ayudas para incentivar la producción y acabar con la hambruna. Paulatinamente, estas ayudas han venido sufriendo una serie de reformas, acompañadas de recortes, porque ya no era necesario incentivar la producción con las famosas montañas de mantequillas y ríos de leche excedentaria.

En las últimas reformas llegan conceptos como «Condicionalidad» y «reverdización». En definitiva y simplificando, te ayudo menos y te exijo más. Porque te exijo producir alimentos sanos, saludables, ecológicos, mantener el territorio limpio y bonito, y todo ello con unos recortes cada vez más acuciados. Por cierto, se me olvidaba mencionar otro «sinsentido» en Europa, que no podemos producir organismos genéticamente modificados pero sí importarlos y consumirlos.

Precios justos

La realidad es que los agricultores y ganaderos no nos manifestamos continuamente -no sólo en España, sino en toda Europa- por mendigar ayudas, sino más bien por recibir un precio justo por los productos que producimos. Lo que pasa es que los gobernantes europeos han perdido la perspectiva de la seguridad alimentaria, por falta de problemas, hasta que ha llegado la maldita pandemia.

Ahora, hemos dejado atrás las protestas para cumplir con nuestra obligación, que no es otra que no les falte «las cosas del comer» a nuestra población. Más si cabe, cuando la importación se complica, porque hay barcos que no quieren venir a España, por el incremento de costes al tener que cumplir una cuarentena en los puertos.

Los agricultores y ganaderos trabajamos de sol a sol, llueva o ventee, gente que lo damos todo por el cuidado de lo que criamos, para que después apenas se nos reconozca. La sociedad urbanita en la que vivimos apenas nos conoce y nos valora muy poco, principalmente a causa de dos factores: por ignorar o desconocer la actividad de dicho sector, sobre todo por omisión mediática o publicitaria de los gobiernos, y por tener la alimentación a la mano a precios muy razonables.

Reflexión

Por ello, estos políticos acomodados deben tomar esta situación como una profunda reflexión y empezar a valorar mejor aspectos importantes como son «las cosas del comer», anteponiéndolas a otros intereses económicos. Esto ya lo han hecho primeras potencias mundiales con políticas proteccionistas, con ejemplos como el veto ruso, los aranceles de Trump, etc.

Acostumbrados a las continuas guerras en la historia, nadie podía imaginar una pandemia de estas dimensiones y consecuencias. Sin embargo, una eventual falta de alimentos nos podría conducir a revueltas y saqueos, como ha sucedido en el sur de Italia.

Esto nos debe enseñar que, además de apostar por «las cosas del comer», debemos garantizar la inversión suficiente en investigación para poder seguir produciendo mejores alimentos y que los laboratorios tengan los medios suficientes para poder desarrollar de manera eficiente sus quehaceres. De esa manera se encontrarán soluciones más rápidas y se asegurará la paz social.

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