
Las bacterias que atacan plantas cooperan como enjambres para eludir sus defensas
Investigadores del IHSM La Mayora (CSIC-UMA) descubren que bacterias patógenas se organizan en grupos con funciones específicas para vencer el sistema inmunológico vegetal y propagarse con eficiencia
Un estudio pionero dirigido por científicos del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora (IHSM-CSIC-UMA) ha demostrado que ciertas bacterias que causan enfermedades en plantas trabajan de forma cooperativa para sortear sus defensas y expandirse rápidamente. El hallazgo, publicado en la revista Nature Microbiology, ofrece una nueva perspectiva sobre cómo los patógenos vegetales organizan infecciones complejas.
El equipo, liderado por la catedrática de la Universidad de Málaga Carmen R. Beuzón, ha identificado un mecanismo de ‘división del trabajo’ en la bacteria Pseudomonas syringae, un patógeno que afecta a cultivos como el tomate, la judía y el kiwi, y responsable de importantes pérdidas agrícolas a nivel mundial.
A lo largo de cinco años de investigación —en colaboración con universidades de Francia, Suiza y Sevilla—, los científicos descubrieron que células bacterianas genéticamente idénticas adoptan distintos roles durante la infección: mientras unas suprimen las defensas de la planta, otras se encargan de migrar a nuevas zonas antes de que el tejido colapse, facilitando la expansión de la enfermedad.
«Este tipo de organización funcional entre bacterias se asemeja al comportamiento cooperativo que vemos en insectos sociales como las abejas», explica Beuzón. Gracias al uso de microscopía avanzada con marcadores fluorescentes, el equipo pudo observar cómo estas subpoblaciones bacterianas actúan en tiempo real dentro de las hojas infectadas de judía.
El estudio revela un equilibrio evolutivo entre invertir energía en neutralizar las defensas vegetales o en desplazarse para colonizar nuevos nichos. Esta estrategia cooperativa explica la alta eficacia de P. Syringae para infectar más de 500 especies de plantas.
Más allá del conocimiento básico, los resultados podrían sentar las bases para nuevas estrategias de control de enfermedades vegetales, no basadas en químicos ni antibióticos, sino en la interrupción de la cooperación bacteriana. Esto se presenta como una vía más sostenible en un contexto de cambio climático y presión creciente sobre los sistemas alimentarios globales.
«Si conseguimos romper esa coordinación entre bacterias, podríamos evitar que la infección se propague», concluye la investigadora. Se trata de la primera vez que se documenta este tipo de organización funcional en patógenos vegetales, un hallazgo que puede marcar un antes y un después en la lucha contra enfermedades agrícolas.