CSP: Se corrige la gran injusticia contra el sector ganadero andaluz
El Coeficiente de Admisibilidad de Pastos se sustituye por el Coeficiente de Subvencionabilidad de Pastos, estas son las novedades
No todo podía ser malo para el campo en 2023. Convulso por una PAC que castiga considerablemente al sector agro andaluz, este año también ha servido para corregir, aunque solo parcialmente, una gran injusticia que afectaba a los ganaderos de la región: el Coeficiente de Admisibilidad de Pastos (CAP), que ahora se ha reconvertido al Coeficiente de Subvencionabilidad de Pastos (CSP), menos lesivo que su antecesor.
El CSP también es un coeficiente que determina el porcentaje de terreno considerado como pastable a efectos de la percepción de ayudas de la Política Agraria Común, descontando la parte improductiva.
El antiguo CAP también excluía de las ayudas la parte no pastable, y lo hacía a partir de tres factores: la pendiente, penalizando aquellas fincas con más de un 60%; la actividad vegetativa, penalizando donde no haya vegetal y esté cubierto, por ejemplo, por piedras; y la estructura vegetativa, que medía las limitaciones de accesibilidad del ganado por el porcentaje de matorral y arbolado, con penalizaciones a partir del 25% de densidad. Es decir, todo lo que estuviese debajo de encinas y alcornoques quedaba descartado del superficie considerada productiva.
Polémica desde el inicio
Este último factor ha sido siempre el más polémico. Desde Asaja Sevilla siempre se han mostrado especialmente beligerantes en este asunto. De hecho, la organización agraria convocó en 2015 la única manifestación para protestar contra un coeficiente que, desde el principio, consideraron «injusto y que no reflejaba la realidad del campo». La patronal llegó, incluso, a presentar un contencioso administrativo contra la resolución del SIGPAC 2015 por el Coeficiente de Admisibilidad de Pastos, que lograron ganar en los tribunales.
«El origen de todo fue una inspección de la Comisión Europea que detectó que había fincas improductivas en las que no pastaba ningún ganado pero que, sin embargo, recibían ayudas PAC. En lugar de localizar dichas fincas y penalizarlas, se decidió perjudicar a todo el sector, más de 12.000 ganaderos en Andalucía, y a la dehesa y monte mediterráneo, implantando un coeficiente automático», resume José Manuel Roca, técnico de Asaja Sevilla.
Factor de Especie
Uno de los principales motivos de queja fue, desde el inicio, el factor referido a la estructura vegetativa. «Todo el ganado, desde las vacas a las ovejas, los cochinos y las cabras, se comen mucho del matorral del monte y pastan bajo las encinas y alcornoques, donde se acumula bastante materia pastable que se descarta», detalla Roca, quien critica que, durante muchas campañas, se han considerando más productivas «aquellas dehesas con pocos árboles, sin ningún rastro de arbustos y con escasa biodiversidad».
Es precisamente en este punto, para corregir, en gran parte, este factor de vegetación o estructura vegetativa, como se le denominaba, donde entra el ‘Factor de Especie’, que aparece en el nuevo Coeficiente de Subvencionabilidad de Pastos (CSP).
Según detalla el FEGA (Fondo Español de Garantía Agraria), por lo general este factor ha elevado el CSP respecto al CAP vigente hasta este año, ya que ha permitido localizar los terrenos en los que existe pastos bajo los árboles, desde ramón, vegetación al rededor del propio árbol, frutos susceptibles de aprovechamiento por el ganado o que están cubiertos por matorral formado por especies vegetales pastables.
«De este modo, superficies que serían descontadas en el antiguo CAP por el factor de vegetación, pasarán a ser consideradas superficies subvencionables», concreta una nota explicativa del FEGA.
«Sin ser del todo justo, este nuevo coeficiente es menos lesivo para los ganaderos sevillanos, y andaluces», destaca Roca. A nivel nacional, con la aplicación del nuevo CSP se van a ganar 300.000 hectáreas, de las que Andalucía va a ganar 150.000 hectáreas, y Sevilla en torno a 26.000 hectáreas.
No obstante, desde Asaja Sevilla puntualizan que, en este nuevo ‘reparto’ , un 5% de los ganaderos verán cómo su superficie considerada productiva se reduce, en vez de aumentar. «Recomendamos a todos que revisen los datos y comprueben si han bajado en hectáreas y si pueden alegar», detalla Roca.
Esta actualización se ha hecho, sobre todo, por la necesidad de actualizar los datos cartográficos de 2014 que se utilizaron para establecer el CAP que entró en vigor en 2015.
«Los fundamentos técnicos del CSP 2023 son básicamente los mismos que se emplearon en el antecedente del año 2015, pero usando en los cálculos informaciones más actuales y precisas», detallan desde el FEGA.
De hecho, para localizar terrenos en los que haya ausencia de vegetación, se han empleado diversas coberturas de la Agencia Espacial Europea (ESA).
«La mejora principal de la nueva versión del coeficiente es que permite identificar los pastos estacionales a lo largo de todo el año sin quedar limitados a que el análisis sea de una sola fecha de fin de primavera», concreta el FEGA.
Nuevas tecnologías
Además, se han usado MDT (Modelo Digital del Terreno) de última generación, aportados por el Instituto Geográfico Nacional, y se ha logrado mayor concreción en los datos LIDAR (los vuelos que emplean tecnología LIDAR, Light Detection and Ranging o escaneo láser 3D, permiten discriminar la vegetación según su estructura de alturas).
Además, el sistema permite el empleo de informaciones procedentes de otras mediciones para reflejar lo más correctamente posible en SIGPAC las situaciones en las que los procesos automáticos no reflejaban del todo la realidad del terreno.
«También se han tenido en cuenta actualizaciones como limpiezas de matorral o desbroces, que hacían que la información automática volcada en el sistema ya estuviese desactualizada», se resume.
Además, como mejora respecto al CAP 2015, el nuevo CSP da más opciones «para que las comunidades autónomas puedan reflejar los casos particulares donde los cálculos masivos automáticos deban ser precisados».
Capacidad productiva
«Te reduce la capacidad productiva, porque hay factores que dependen del CSP, como puede ser uno tan importante como la carga ganadera», concreta Roca. Además, hace hincapié en que este coeficiente automático no tiene en cuenta uno de los principales factores, a su juicio, a la hora de radiografiar una explotación ganadera: qué especie es la que pasta en ella.
«No es lo mismo si se trata de una raza autóctona, una vaca, una oveja, o un cerdo, hay especies que sí podrían aprovechar gran parte de los matorrales que el coeficiente luego no considera pastables, por ejemplo».
El técnico de Asaja Sevilla va más allá, y se plantea por qué un coeficiente debe medir la productividad de una explotación ganadera. «Es el único sector en el que se hace, a nadie se le ha ocurrido medir la productividad de un olivar o de una tierra de labor para ver qué ayudas se le dan», protesta.