En la imagen, un arrozal


En la imagen, el consejero de Agricultura, Isaías Pérez Saldaña

El reto de las interprofesionales

En los últimos meses, sectores tan representantivos como el de la fresa o la aceituna de mesa han optado por la fórmula de la interprofesional como vehículo articulador de desarrollo. A través de estos órganos, en los que se integran todos los profesionales vinculados en mayor o menor grado con un sector determinado, se deciden las estrategias a seguir en el plano de la promoción, la investigación o la negociación de cara a terceros. A mediados del pasado mes de julio, el consejero de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía, Isaías Pérez Saldaña, presentaba en Huelva «Interfresa», la primera interprofesional creada en Andalucía al amparo de la Ley autonómica para la defensa de los intereses comunes del sector. Así, en el horizonte financiero 2007-2013 la Consejería articulará medidas para apoyar todas las actuaciones que emprenda esta nueva entidad. Durante la presentación, Saldaña destacó que Interfresa ha nacido «con el objetivo de ser un foro paritario, abierto y de participación voluntaria» de las diferentes categorías profesionales implicadas en la producción, comercialización y transformación de la fresa.
El sector de la aceituna de mesa cuenta también desde hace algo más de un año con una interprofesional que, entre otras actividades, ya ha iniciado una importante campaña promocional en la que ha invertido más de 2,5 millones de euros.
En ambos casos, a pesar de tratarse de sectores con gran peso específico, la fórmula de la interprofesión ha dotado a sus beneficiarios de un potente instrumento para hacer frente a retos futuros como la internacionalización.

Cooperativas, la vía hacia la competitividad

Por Amparo Baca Páez
El alto nivel de competitividad que se ha implantado en el mercado agroalimentario, con sus continuas modificaciones en el marco institucional, en los intercambios comerciales entre países y regiones, en la organización de sistemas de venta minoristas y en las demandas de los consumidores, obliga a las pequeñas empresas predominantes en el sector andaluz a buscar alternativas para hacerse más fuertes y poder abordar los proyectos de industrialización y comercialización.
Una de las soluciones para seguir manteniendo el nivel y la calidad de la producción, así como de las exportaciones, es la unificación en las llamadas empresas asociativas agrarias, materializadas en las cooperativas y sociedades agrarias de transformación. De esta forma, se crean empresas de mayor tamaño y, por lo tanto, de mayor capacidad financiera y empresarial, capaces de competir en el entorno globalizado, superando el hándicap que supone ser empresas pequeñas y carentes de un presupuesto capaz de afrontar las inversiones tecnológicas necesarias en producción, gestión y comercialización. De no ser así, se corre el riesgo de ser excluidos del escenario del comercio agroalimentario europeo y mundial, donde las empresas que actúan, tanto por el lado de la oferta como por el de la demanda, presentan dimensiones cada vez más elevadas.
En el ámbito andaluz, se dan muchos casos en los que las empresas deben recurrir a la participación de terceros para posicionarse en los lineales de las grandes cadenas de distribución minorista, por lo que la producción ya no resulta rentable.
Este modelo cooperativista se ha implantado en los países del norte como Holanda o Dinamarca, dándose situaciones en las que una sola empresa controla cuotas de mercado de entre el 70 y el 90% para las principales producciones. En el país danés, por ejemplo, donde tienen una producción final agraria similar a la andaluza, cuentan con dos cooperativas que facturan más de 5.000 millones de euros cada una de ellas. En Holanda, por su parte, la mayor cooperativa láctea factura más de 4.700 millones de euros y la principal en el sector hortofrutícola supera los 1.500 millones de euros.
Por su parte, Hojiblanca, que es la mayor cooperativa andaluza, tuvo unas ventas que rondan los 200 millones de euros.
Este cambio en la industria agroalimentaria también pasa por modificaciones en la distribución alimentaria, con la progresiva concentración del poder de venta en unas pocas empresas y la progresiva desaparición de los pequeños establecimientos independientes. Esto implica una innovación en los sistemas de gestión, aplicando conceptos como la gestión por categorías, respuestas eficaces al consumidor, logística, desarrollo de nuevos productos, etcétera, y se están estableciendo relaciones de asociación o alianzas estratégicas, entre la distribución y sus proveedores, que van más allá de los acuerdos de colaboración tradicionales, consistentes en un alto nivel de coordinación de actividades e intercambio intensivo de información con objeto de crear una ventaja competitiva sobre los competidores.
Estos nuevos tipos de acuerdos exigen un cambio radical en la cultura empresarial de todos los agentes participantes, ya que se van a modificar conceptos ampliamente asumidos como son la sustitución de la competencia entre empresas por la competencia entre cadenas de suministro, descenso de la importancia otorgada a los criterios de ventas/precio a favor de un mayor énfasis en el conocimiento del consumidor e incremento del valor añadido que se le ofrece, descenso del número de operadores que intervienen e innovación en los procesos que permitan desarrollar productos o servicios exclusivos. La marca de la distribución se va a imponer como un instrumento de márketing para alcanzar esta estrategia de exclusividad. La estrecha colaboración y las relaciones de confianza que se van a generar provocará una reducción del número de proveedores con objeto de alcanzar volúmenes de producción acordes con las necesidades de sus clientes y de reducir los costes de transacción. La continua innovación en el diseño de nuevos productos y servicios, en la realización de campañas de persuasión hacia el consumidor, en la obtención de productos de calidad consistente y en el establecimiento de sistemas que aseguren esta calidad, convierten en poco viable la supervivencia de una empresa pequeña. Las cooperativas tienen, entre otras funciones, preservar su existencia y favorecer que crezcan en el futuro convirtiéndose en entidades competitivas.



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En el ámbito andaluz se dan muchos casos en los que las empresas deben recurrir a la participación de terceros para posicionarse en los lineales de la gran distribución

La necesidad de realizar inversiones
para mejorar el posicionamiento en
los mercados hacen disminuir las posibilidades de superviviencia de
las empresas pequeñas

En sectores como el agrario y el pesquero la unión de productores favorece, por ejemplo, la compra de insumos como el gasóleo a menor precio