Con el recorte del Estatuto como telón de fondo, Cataluña celebra una de sus Diadas más reivindicativas. Y también más politizada, pues a la proximidad de las elecciones autonómicas, se ha unido la decisión del Gobierno catalán de blindar el monumento a Rafael Casanova, lugar donde se realiza la tradicional ofrenda floral, de forma que ningún ciudadano podía acceder al perímetro controlado por los Mossos d'Esquadra, impidiendo así que se repitieran las imágenes de abucheos al presidente José Montilla, que también los hubo, pero quedaron ahogados por la distancia.
Se retiró, asimismo, una bandera independentista que cada año luce dicha estatuta para evitar imágenes comprometidas para el mandatario autonómico.
El dirigente socialista acudió a las 9 horas junto al resto de miembros del Ejecutivo autonómico y aunque se pusieron sordina a los insultos, no pudo evitar que en otro acto posterior, esta vez en Sant Boi de Llobregat, un grupo de trabajadores le increpara.
Pero el auténtico protagonista de esas primeras horas de la Diada fue el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, quien cumplimento el homenaje a quien era consejero jefe de Barcelona en 1714 junto a la comitiva del PSC. El regreso de Corbacho a la política catalana, recientemente anunciado, provocó que todas las miradas, y parte de la pitada de un grupo de personas que asistían de lejos al acto, se centraran en él.
Por contra, ese grupo de espontáneos coreó "¡Guardiola, president!" cuando el entrenador del Barça acudió junto al presidente del club, Sandro Rosell, y el jugador Carles Pujol, que fueron muy aplaudidos. También fue ovacionado el el presidente azulgrana Joan Laporta, demostrando así el empuje de las fuerzas independentistas, de viejo y nuevo cuño, tienen tras el recorte estatutario.
Sin el PP
Esa espiral soberanista también parece haber absorbido a CiU, donde algunos dirigentes como Felip Puig o el propio candidato Artur Mas, se han posicionado el favor de la independencia. Precisamente por ese aire secesionista previsible en esta festividad catalana, el PP decidió no secundar al resto de formaciones políticas en esa ofrenda. No obstante, la presidenta de los populares catalanes, Alicia Sánchez-Camacho, sí asistió al acto institucional celebrado a media mañana en el parque de la Ciutadella, presidido por Montilla y al que acudió la ministra de Defensa, Carme Chacón.
Este acto, planteado como un desafío al fallo del Constitucional, estuvo dedicado a la lengua catalana, pues el Alto Tribunal dictaminó en su sentencia que este idioma no puede se preferente en detrimento del castellano. Sí lo fue en este acto, al que asistieron 2.000 personas, y en el que hubo actuaciones musicales, entre ellas una sardana flamenca, uno de los poquísimos toques plurales del evento.
Paralelamente a esta celebración oficial, el Fosar de las Moreras, lugar de culto del independentismo, fue escenario de la quema de una copia del Decreto de Nueva Planta, símbolo de la supresión de las instituciones catalanas, por parte de un alto cargo de la Generalitat, Jordi Fàbrega (ERC), delegado del Gobierno catalán en la Cataluña central y alcalde de Sant Pere de Torelló, uno de los municipios donde se celebró una consulta por la independencia.
En este lugar, lleno de banderas «esteladas», se leyeron manifiestos en favor de la separación de España y se colgó un cartel en favor de la libertad de las presas etarras Lola López y Marina Bernadó. Precisamente ayer, la Audiencia Nacional prohibió un homenaje a estas reclusas, que a mediodía no se había celebrado. Por la tarde está prevista una manifestación independentista.
