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Dos policías con un maniquí para la nueva reconstrucción del crimen. PEPE ORTEGA
La Policía busca hoy el cadáver de Marta del Castillo en el vertedero de Alcalá de Guadaira, en Sevilla, tras el giro dado al caso ayer con la declaración del hasta ahora asesino confeso, Miguel C.D., quien aseguró que ni había dado muerte a la joven ni había arrojado el cuerpo al río Guadalquivir.

La investigación del asesinato de Marta del Castillo va camino de convertirse en un culebrón macabro en el que los actores comienzan a intercambiarse los papeles. Todavía no se sabe si son remordimientos, estrategias de abogados o nuevas fabulaciones para imposibilitar el hallazgo del cadáver. A priori, se interpreta como que todos esconden más de lo que dicen sobre lo que ocurrió el 24 de enero en el piso de la calle León XIII de Sevilla.
Así, en un nuevo e imprevisible giro de tuerca, el 0,1 por ciento de posibilidades que, según la Policía, había de que el cuerpo de la joven no estuviera en el río se ha impuesto al 99,9 por ciento contrario. Porque, de ser cierta la nueva versión de Miguel C.D., hasta ahora el autor confeso de la muerte de Marta, ni él le habría dado muerte ni el cuerpo estaría en el Guadalquivir, sino en el vertedero de basuras de Alcalá de Guadaíra, tras haber sido arrojado a un contenedor esa misma noche.
Versión poco verosímil
Una versión que, en cualquier caso, seguiría teniendo flecos de importancia pues habrá que determinar cómo es posible sacar un cadáver a la calle y «pasearlo» hasta un contenedor de basuras situado a unos 50 metros y luego dejarlo en su interior, sobre todo teniendo en cuenta que después de dos horas de haberse producido la muerte, el cadáver entra en «rigor mortis».
Aunque en esa posibilidad volvería a tomar consistencia el testimonio del vecino que dijo haber visto a Miguel hacia la una y media de la madrugada con la silla de ruedas que usó su madre hasta el momento de su muerte, el riesgo de semejante maniobra no dejaba de ser casi suicida. Además, para lograr meter el cadáver habría sido incluso preciso vaciar parte del contenedor para cubrir el cuerpo, cosa que a los implicados debía resultar difícil pues todos son de baja estatura.
Por otra parte, la posibilidad del contenedor de basura no es nueva, ya que tras la detención de Miguel se llegó a sopesar esa opción y a consultar con la empresa concesionaria, que aseguró que la manipulación de las basuras hacía casi imposible que un cadáver pudiera pasar inadvertido en el vertedero.
A ello se suma un detalle que no deja de ser importante desde el punto de vista de la investigación, pues no hay que olvidar que los momentos clave de la declaración autoinculpatoria de Miguel fueron suficientemente comprobados por la Policía.
Por el momento, el último capítulo de la historia la ha escrito Miguel C.D., que ha acusado al menor de edad conocido como «el Cuco» de haber sido el verdugo de la joven. No se descarta que se trate de una estrategia, ya que si este chico fuera declarado culpable podría ser privado de libertad, en el peor de los casos, no más de ocho años.
La nueva versión niega, incluso, la historia del cenicero que Miguel dijo haber utilizado para golpear a la joven en la cabeza y que habría sido el objeto que «transfirió» la sangre de Marta al bolsillo de la cazadora del joven y que, por ende, llevó a su detención.
En una diligencia judicial
El nuevo relato de Miguel, sostenido en una oportuna declaración realizada por voluntad propia el lunes, mientras se llevaba a cabo una diligencia judicial en la calle León XIII en presencia del joven, hizo que los cuatro implicados por el crimen volvieran ayer a los Juzgados.
El primero en declarar fue «el Cuco», que testificó durante más de una hora antes de mantener un careo con quien ahora es su acusador: el propio Miguel. Según fuentes del caso, tanto el uno como el otro habrían mantenido sus respectivas declaraciones, esto es, Miguel siguió acusando el menor de ser el homicida, y este último mantuvo que se enteró de la historia por los periódicos y la televisión y que a partir de ahí tejió la primera versión que dio a la Policía. El primero de los careos dio paso a declaración de Samuel B., a quien Miguel acusa ahora de estar presente en el piso y de haber sido quien envolvió el cuerpo de Marta en una manta antes de arrojarla a un contenedor, cosa que él niega.

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