Tales fueron los disturbios, entre el 17 y el 19 de mayo de 1980, que las autoridades se vieron obligadas a decretar el toque de queda y acordonar los barrios negros con dotaciones de Policía transportadas del todo el Estado. Hicieron falta casi 4.000 efectivos.
Las calles de la ciudad se convirtieron en un auténtico campo de batalla entre la comunidad negra y la Guardia Nacional.
Patadas y puñetazos
En Los Ángeles, los disturbios posteriores a la agresión de Rodney King se saldaron con más de 50 muertos
Este acontecimiento se suma a la larga lista de disturbios raciales acaecidos en Estados Unidos en los últimos 50 años –Filadelfia (1964), Los Ángeles (1965), Baltimore (1968), Nueva York (1990), Cincinnati (1992)–, que vivieron su peor momento en Los Ángeles, en 1992, después de que Rodney King, un taxista afroamericano en libertad condicional por robo, fuera brutalmente apaleado por cuatro policías tras una persecución. Las imágenes grabadas por un video aficionado dieron la vuelta al mundo y los disturbios posteriores se saldaron con más de 50 muertos.
«¡Me rindo!»
El 17 de diciembre de 1979, Arthur Lee McDuffie –que antes de agente de seguros había sido marine de los Estados Unidos– conducía su Kawasaki a más de 100 km/h por la calles de Miami. Varios policías blancos trataron de detenerlo, pero este, asustado porque ya le habían retirado el carnet a causa de otra infracción, decidió salir huyendo. Tras unos minutos de persecución, McDuffie fue detenido. Aún nervioso por su error, levantó los brazos y gritó: «¡Me rindo!».
Aquellas fueron sus últimas palabras con vida. Tras ser esposado, los cuatro policías comenzaron a darle una brutal paliza durante 8 interminables minutos, en los cuales le partieron el cráneo por la mitad. Cuando se percataron, los agentes trataron de llevarle rápidamente a un hospital cercano, pero fue demasiado tarde. McDuffie entró en coma y murió cuatro días más tarde, con sólo 33 años.
Un testigo lo definió como «una manada de perros salvajes atacan a un pedazo de carne». Los autores trataron de encubrirlo como un accidente, alegando que McDuffie se había caído de su moto durante la persecución. Sin embargo, el informe forense llegó a la conclusión de que había sufrido múltiples fracturas de cráneo después de ser golpeado con un objeto contundente.
La Policía, con miedo
Un testigo lo definió como «una manada de perros salvajes atacan a un pedazo de carne»
Sin embargo, al tercer día de haber comenzado los incidentes y con varios muertos en el depósito, la violencia disminuyó gracias al toque de queda establecido por la autoridades, al refuerzo de las fuerzas de seguridad y a la prohibición temporal de vender armas y licor. Los brotes de violencia se repitieron en los meses sucesivos, pero ya sin que se produjeran muertos.
Después de los disturbios de 1980, los barrios donde se produjeron los principales enfrentamientos quedaron prácticamente desiertos, olvidados y abandonados a su propia suerte. Sólo una placa con la renombrada «Avenida Arthur Lee McDuffie» recuerda aquellos trágicos días de los que ahora se cumplen 30 años.