Hemeroteca / DOMINGO SANGRIENTO

«Vi como un padre caía derribado de un balazo cuando se inclinaba a abrazar a su hijo»

Día 19/10/2015 - 13.14h

El 30 de enero de 1972, los soldados del Ejército británico disparaban «a quemarropa» contra una manifestación de católicos irlandeses, matando a 14 civiles inocentes

Han tardado 38 años, pero por fin las autoridades británicas darán a conocer hoy el informe oficial sobre el «Domingo Sangriento» norirlandés y las circunstancias que rodearon los disparos de los soldados británicos contra la multitudinaria manifestación de Londonderry, en la que murieron 14 civiles.
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Entierro de los irlandeses muertos en el «Domingo sangriento»
Entierro de los irlandeses muertos en Londonderry
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Protesta católica tras la masacre
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Varios manifestantes ayudas a los heridos de bala
ABC
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Ocurrió el 30 de enero de 1972. «Ha sido una matanza. Nadie disparó contra los soldados. Dispararon por propia voluntad», comentó el padre Bradley, un sacerdote católico que asistió a los moribundos en el mismo lugar donde cayeron mortalmente heridos.

Su testimonio, recogido por EFE al día siguiente, da una medida de la masacre injustificada llevada a cabo por el regimiento de paracaidistas que el Ejército británico envió la aquella concentración en Londonderry a favor de los derechos civiles y en contra del «internment» (encarcelamiento sin juicio a los sospechosos de pertenecer al IRA), en la que se habían reunido 20.000 irlandeses.

Muerto mientras abrazaba a su hijo

«Los hechos sucedieron así –contó el padre Bradley–. Fui llamado para que acudiera a la calle Roosville, donde acababa de ser muerto un muchacho de 15 años, y no lejos de él yacían en medio de la calzada tres otras tres víctimas. Presencié como el padre del muchacho caía derribado de un balazo cuando se inclinaba a abrazar a su hijo. Después fui detenido por un grupo de paracaidistas y encerrado en un patio. A mi lado, un soldado británico disparaba. La gente huía, pero a pesar de ello disparó su fusil ocho veces contra la multitud. Entonces me abalancé contra él gritándole: “¡Por el amor de Dios, no dispare!”, pero me rechazó».

La propaganda de Londres repetía continuamente que en el conflicto norirlandés se enfrentan la ley y una banda de terroristas. «No todos los manifestantes podían ser terroristas», puntualizaba ABC en la crónica del corresponsal en Londres, en la que hablaba de «descargas a quemarropa» y de la incomprensión sobre «el estado de derecho que teóricamente Londres tutela en el Ulster».

Los testimonios de varios sacerdotes más fueron determinantes: agresión sin previo aviso, ensañamiento de los paracaidistas, muertos y heridos por la espalda cuando trataban de escapar o fuego contra los ciudadanos que pretendían evacuar a los muertos y heridos, fueron algunas de las situaciónes descritas.

«¡No disparen! ¡No disparen!»

No había muchos precedentes sobre miembros del Ejército oficial disparando contra ciudadanos, tal y como ocurrió 17 años después en la plaza de Tian´anmen.

Como señal de protesta, los católicos de Londonderry no acudieron al trabajo ni llevaron a sus hijos a las escuelas, que permanecieron cerradas. «Las calles del “ghetto” de Bogside, en Londonderry, donde el domingo quedó bañado en sangre, están desiertas y en las ventanas hay papeles negros. En Belfast estallarán bombas…», predecía ABC, como así ocurrió.

El informe

Más de 5.000 páginas, 12 años de trabajo y 234 millones de euros ha costado realizar el informe que se hará público hoy, el más largo y más caro de toda la historia legal británica, para uno de los sucesos más dramáticos de un conflicto que ha costado la vida a más de 3.500 personas.

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