Un mes después de su brutal cornada en Las Ventas, Julio Aparicio hizo su «primer» paseíllo. En el Wellington, el hotel de los toreros, ofreció una multitudinaria rueda de prensa con medios de todos los colores y marcas. El número ocho de la calle Velázquez era un hervidero de fotógrafos. Brillaban más flashes que lanzas en «La Rendición de Breda». El milagro se hizo y el maestro habló: «Estoy aquí, agarrado a la vida. Ha sido como un sueño. Todo ha ido fenomenal, mi estado de ánimo es muy bueno y no me quedarán secuelas, tan sólo la huella física». Un pañuelo rojo y gualda, anudado con torería a modo de pañoleta, no ocultaba el costurón de guerra en el cuello. Semblante feliz y emocionado. Despacioso ritmo en sus palabras, de correcta pronunciación: «Después de comunicarme escribiendo y con dibujos, recuperar la voz fue de las mayores alegrías. Ya puedo hablar, pero me recomiendan no forzar».
Tras dar las gracias por «las muestras de cariño de todo el mundo», confirmó su reaparición el 1 de agosto en Pontevedra, junto a Alejandro Talavante y Daniel Luque, con toros de Lagunajanda. «Hasta que no toree no me sentiré recuperado completamente», subrayó. Su regreso es «la única preocupación». «Quiero dar todo lo que llevo dentro —continuó—. Este accidente me ha agarrado más a la vida y al toreo». Contó que ha visto las espeluznantes imágenes con el pitón asomando por la boca: «Son desagradables, pero esto me ha hecho más fuerte como torero y como hombre». Y reivindicó la presencia de la Fiesta en los medios no sólo con escenas sangrientas: «Preferiría ver un buen natural o un triunfo antes que la cornada, aunque entiendo que interesa».
Quince corridas firmadas
Respecto a su ruptura de apoderamiento con Simón Casas, comentó: «En el hospital me replanteé mi futuro. Y en él quiero que esté Javier González». ¿Influyó la cuestión económica? «No me gusta hablar de dinero, pero es absurdo que yo haya pedido la cantidad de la que se ha hablado (180.000 euros)». Catalogado de «romántico y bohemio», aseguró también que «nunca» ha pensado en colgar los trastos. «El toreo es mi vida. Ese sentimiento fluye como siempre».
Julio Aparicio tiene firmadas quince corridas «en sitios agradables». Ha comenzado «entrenamientos suaves: corro, juego a las raquetas, toreo de salón...» Próximamente llegará el ensayo en el campo antes de la prueba de fuego en la plaza: «Quiero matar algún toro dentro de dos semanas».
¿Se va por el agujero de la cornada el valor del artista? «Eso se verá en la reaparición... Mi mente sólo se queda con lo positivo de esta experiencia». Ya con la voz más apagada, remató con una lluvia de agradecimientos. Y dedicó palabras de ánimo al convaleciente José Tomás: «Su apoderado me ha dicho que está fenomenal. Si Dios quiere, el próximo año reaparecerá». Otra buena nueva.
