Muchos detalles en un partido sin sufrimientos extras para la selección, aunque un solo hilo conductor. La entrada de Llorente modificó el paisaje y activó al combinado español.
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Fernado Torres pasa el testigo a Fernando Llorente
Portero. Problemas de confianza de Íker Casillas en el primer periodo. Intervino tres veces y en dos dejó alguna duda. Salió con acierto a un carrera a la contra de Simao, pero no sujetó un lanzamiento lejanísimo de Cristiano en falta y tampoco atinó a atrapar un tiro de Tiago.
Defensa. Lo más firme de España. Jugó muy adelantada, provocando la estrechez del campo y así maniató a Cristiano, que siempre estaba rodeado. Seguros Ramos y Piqué, Puyol utilizó artimañas de perro viejo para salirse con la suya. Ramos se la jugó en ataque varias veces y estuvo a punto de marcar después de un recorte en su pierna izquierda. Capdevila interceptó un tiro de Tiago en el último minuto.
Centro del campo. En la primera parte, el problema de la selección. Dos soldados para la misma función (Busquets y Xabi Alonso) que desconectan a Xavi del juego que nos hizo campeones, el tiqui-taca. El cerebro barcelonista funciona demasiados metros por delante de la posición que le permite ver el campo en panorámica y empezar a construir con sentido. Iniesta tampoco lo encontró en la primera parte y en consecuencia, el fútbol de España fluyó denso, sin claridad.
En el segundo periodo y con más espacios, Xavi volvió a su fútbol habitual y España creció de lo lindo.
Delantera. Salida de búfalo de Villa y Torres, con máxima actividad en el tramo inicial. El partido empezó con un tiro perfilado del madrileño que buscó la escuadra. El asturiano chutó dos veces entrando desde la izquierda y obligó a Eduardo a doblar el lomo.
Llorente modificó todo con su entrada por Torres (muy desacertado después). Creó peligro, fijó a los defensas y estuvo a punto del gol. Villa consiguió con su fe el único tanto del encuentro.






