Vestida de negro impoluto, salió la cantaora Mayte Martín, con aire enduendado decidida a encontrarse con los sonidos negros con los que el gran Manuel Torres definía al duende. Enfrentándose al tópico de que la petenera trae mal fario, precisamente comenzó su gran actuación y salió por peteneras. Y salió, con la cadencia sobria y dulce de sus melismas muy airosa, recibiendo la primera salva de aplausos. La cantaora se arrancaba por malagueñas y cantes abandolaos, buscando el tronco de los cantes mineros, haciendo la del Juan Breva: «Ni quien se acuerde de mí,/ yo no tengo quien me quiera/ ni quien se acuerde de mí/ El que desgraciao nace/ no merece ni el vivir», y la de Antonio Chacón, que decía que si preguntan por quién doblan las campanas del convento, diles que doblan por mi muerta esperanza. Y llegó el momento de la sensación verdadera, llegaron los cantes mineros, cuando Mayte se acordó de aquel año 1987 en el que ganó «La Lámpara minera».
La cantaora se adentró espiritualmente por las oscuras galerías y se dolió cantando por mineras, cartageneras y tarantas, los mismos palos flamencos de la noche recordada. Continúo su actuación con fandangos, a los que le siguió un garrotín, y se acordó del gran Juanito Valderrama, el tuvo la gran culpa de que este Festival echará a andar, y cantó su guajira de El mulato, con la cadencia y elegancia que caracteriza la bonita y aterciopelada voz de Mayte. Terminó su gran actuación, con un público silencioso y expectante, con unas estupendas bulerías, con la cadencia de la guitarra de Juan Ramón Caro, que siempre le acompaña despacito y a compás como un buen escudero.
La segunda parte vino de la mano de Manolo Sanlúcar, que nada más subir al escenario, dijo: «Aquí estoy con predisposición de enamorado». Comenzó su buena actuación con el preludio «Aljibe» de su obra tauromaquia, con el tema «Maestranza», para adentrarse por un recorrido por su amplia discografía, recordando con sus discos: «Locura de brisa y trino» dedicado a Federico García Lorca o al pintor Baldomero Romero Ressendi, buscando nuevos colores musicales. A Enrique Morente, entre los presentes, le quiso dedicar el tema «Gacela de amor desesperado», después de manifestar: «Aquí está uno de los más grandes del cante. A ti se te debe todo». A Sanlúcar, le acompañaban al cante Carmen Molina y a la percusión Agustín Díaz.