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Este verano en Montjuic, el sol se pone y empieza la rumba. Cada miércoles Cervezas Moritz organiza una sardinada con música en directo para cortar con el sofoco de la urbe.
En lo más alto de la montaña existe un pequeño paraíso que muy pocos conocen: «El mirador del migdia». Pinos, cielo abierto, vistas panorámicas y un antiguo repetidor de Telefónica que, desde hace 8 años, se ha transformado en bar y brasería. Este es el sitio donde Moritz despliega ahora tableros y faroles típicos de camping, cajones de cerveza a modo de sillas y un pequeño escenario para las bandas. Todo a punto para disfrutar de las sardinas a la brasa y la bebida fresca.
La empresa catalana ya lleva tiempo ideando junto a Marc Ros (propietario del local) nuevas maneras de disfrutar la ciudad. En 2008, organizaron cenas románticas en el teleférico de Montjuic y en el invierno de 2009, la «Fondue alpina» con paseos en carruajes tirados por caballos.
Desde su retorno a Barcelona en el 2004, Moritz ha tenido como uno de sus principales objetivos la recuperación del patrimonio gastronómico, cultural y arquitectónico de la ciudad. Para ello, además de los eventos realizados en «La Caseta del Migdia», ha llevado a cabo proyectos como la rehabilitación del histórico bar Velódromo (situado en la calle Muntaner) y del edificio donde Moritz fabricaba, originariamente, su cerveza en la Ronda de Sant Antoni.
Menú anti crisis
Este año, teniendo en cuenta los tiempos difíciles que se atraviesan, la responsable de marketing de Moritz, Montse Comabella, cree que «la mejor velada del mundo no tiene por qué basarse en cosas sofisticadas sino en el saber aprovechar la belleza de lo simple». Por eso la apuesta es un menú económico y sabroso compuesto de sardinas, ensalada y brochetas de melón y sandía. Mientras, la guitarra suena y la vista se distrae con los barcos que pasean por el horizonte haciendo que la ciudad quede un poco más lejos en la mente.
