¿SE rodeó Ángel Llanos de un equipo de traidores, trepistas y abrazafarolas (digo abraza alcaldes y carguitos)? De momento, mientras Maribel Oñate no despeje la equis de la ecuación, tengo que decir que sí, tajantemente, un sí más grande que la abandonada plaza de toros de Santa Cruz de Tenerife. Sólo el muy elegante Alfonso Soriano se negó a tamaña afrenta. La caballerosidad de este concejal está fuera de toda duda. La de los otros cuatro que acompañaban a Llanos, es decir Jaime Hernández Abad, Juan Manuel Brito Arceo, Sheila Trujillo y la propia Oñate, queda en entredicho. Entre la lealtad y la notoriedad pública del cargo, se han decantado por esta última. ¡Qué pena!
El ya ex concejal de Recursos Humanos estuvo suave, muy humanista cristiano en sus reflexiones, para lo que podía haber sido una rueda de prensa sumamente incendiaria. Llanos evitó en todo momento cualquier mal gesto, cualquier palabra o declaración altisonante que pudiera alargar aun más el debate sobre su cese y sobre la filtración del vergonzante caso facturas. El ejercicio realizado por el edil popular (y miren que he sido sumamente crítico con él) fue digno de encomio. Lo fácil, lo sencillo, lo previsible y lo recurrente hubiese sido disparar contra todo y contra todos. Pero no. Seguramente Ángel se guarda la munición para empresas de más calado, no en matar a cuatro mosquitos cojoneros.
La que me hace mucha gracia es la pizpireta Maribel. Ahora sale a darse golpes en el pecho y afirma que Llanos sabe perfectamente las razones por las que se le ha cesado, el motivo real de la pérdida de confianza. Pero ella, como buena política con más conchas que un galápago, no suelta prenda, no expresa esos argumentos que han llevado a la defenestración de la persona que la escogió a ella y a sus otros tres compañeros traidores para encabezar un proyecto ilusionante.
Y miren, como dicen los modernos, a mí me la refanfinfla si a Oñate, Brito, Hernández y Trujillo les molesta que se les llame traidores y apuñaladores traperos. Mientras no presenten pruebas fehacientes de la mala praxis de Llanos, sus acusaciones se quedan en meras palabras (parole, parole, parole). Estoy convencido de que la superioridad o el propio alcalde han recurrido a la persuasión económica para convencer a estos cuatro ediles de que salía más rentable patear y pisotear a Llanos que quedarse definitivamente en la fría oposición. El tiempo dará y quitará razones.
