Se han convertido en todo un ejemplo en Castelnou para los futuros vecinos. Carolina y Santiago, una joven pareja de argentinos, desembarcaron junto a sus hijas el pasado verano en esta pequeña localidad procedentes de Barcelona. Pusieron en marcha el proyecto «Vida sana en Castelnou», repleto de actividades para mejorar la salud y el bienestar de sus vecinos y a día de hoy puede decirse que son los pioneros en esta nueva aventura en la que está sumergido todo el pueblo. Su historia bien puede asemejarse a la de aquellos que hoy día aspiran a convertirse en los nuevos inquilinos de la localidad, sólo que ellos se adelantaron y ya han conseguido su sueño.
Llevan un año viviendo en este pequeño municipio turolense y su historia cobra, con la caravana de niños, más fuerza si cabe. «Ni siquiera sabíamos que existía Castelnou, fue un milagro llegar aquí», explica Carolina. El pasado verano hicieron las maletas en busca de calma, paz y naturaleza, un lugar tranquilo donde criar a sus hijas, de dos y seis años. Por casualidad dieron con Castelnou y hoy son una de las familias más queridas de la localidad. Su desembarco causó un gran revuelo y con ellos llegaron los masajes, las clases de yoga, Tai-chi o las charlas sobre alimentación y el buen vivir. Su proyecto, con una clara influencia oriental, ha acercado a los vecinos de la localidad todos los secretos de la meditación y la relajación propias de la cultura budista. Y todo ello gracias a esta pareja de emprendedores argentinos.
A su llegada comenzaron ofreciendo sus clases de forma gratuita. No tardaron en causar sensación y propusieron al Ayuntamiento hacer de su hobby su forma de vida. El alcalde reconoce que receló al principio de la propuesta, pues no sabía como los mayores iban a responder. Juntos se lanzaron a la piscina y hoy todas las actividades son un éxito. Quien no dudó ni un sólo instante del gran futuro que se le auguraba a su idea fue Carolina. «Sabia que iba a funcionar, es algo saludable
y si lo pruebas y vas comprobando como mejoras, no sólo físicamente, sino también emocionalmente, te enganchas». Y así ha sido, poco a poco el número de alumnos de las clases ha aumentado, e incluso acuden a ellas vecinos de otras localidades cercanas. Cuestan seis euros al mes y tres para los jubilados. El resto corre a cargo del Ayuntamiento.
No son los únicos que han lanzado su propio negocio. Una de las vecinas de toda la vida, Paquita Díaz, también se ha embarcado en una aventura, ha montado una casa rural. Y es que hay predicar con el ejemplo y mostrar a los futuros vecinos, que en Castelnou ya han desarrollado muchas de sus ideas.






