La 67 edición del Festival de Cine de Venecia abrió ayer sus puertas con la presentación del primer largometraje en concurso, «El cisne negro», de Darren Aronofsky, premiado en 2008 con el León de Oro por «El luchador». El primer desfile por la alfombra roja tuvo como protagonista a Natalie Portman, quien vuelve a utilizar el cuerpo como lenguaje cinematográfico.
La propia Portman confesó en rueda de prensa haberse entrenado durante cinco horas todos los días para interpretar a Nina, bailarina neoyorquina elegida como protagonista de «El lago de los cisnes».
«Es un proyecto del que ya me habló Aronofsky en 2002, por lo que ha sido fundamental para mí tener estos años de gestación para digerir el personaje. Creo que lo que más me ha llamado la atención es el mundo del baile, que pertenece en parte a mi tradición porque tengo una abuela de origen ruso; ha sido una experiencia fantástica», sentenció la actriz.
La película recibió poco consenso por parte de los expertos, mientras que la interpretación de Portman fue acogida con grandes aplausos en la rueda de prensa, ya que su personaje se enfrenta a sus miedos personales y afronta una relación con otra bailarina con la que compite. «Ha sido un desafío», comentó Portman en relación al beso con su compañera de reparto Mila Kunis. «Lo definiría como una secuencia sexy que se desarrolla en el interior de mí misma. Es como si Nina tuviera una atracción narcisista hacia sí misma y, al mismo tiempo, una repulsión, siempre hacia sí misma» concluyó.
Junto a la cinta de Aronofsky, ayer fueron protagonistas también en Venecia los actores de «Machete» la película de Robert Rodríguez que tiene como protagoista a Jessica Alba, y Bruce Lee, al que se le dedicó un homenaje durante la apertura del festival de la Ciudad de los Canales.
Sin duda el más eufórico de todos los participantes fue Quentin Tarantino, presidente del jurado, que manifestó a los cuatro vientos su amor por el cine. «Defendería una película hecha por mi madre solo si ésta fuera buena», comentó el director, con lo que dejaba claro que sus amigos (todo el mundo pensaba en Robert Rodríguez) no recibirán su apoyo incondicional. «Ser jurado es lo mejor del mundo, te permite ver tantas películas de las que no sabes nada, procedentes de todo el mundo...».
