La Vuelta de 2011 saldrá desde Benidorm y regresará 33 años después a Euskadi. A rescatar gestas, leyendas, ecos e imágenes de vencedores vizcaínos como Gabica, Loroño o Marino Lejarreta. Y a sumar las nuevas historias de sus sucesores. De Igor Antón, que es de Galdácano y también líder de esta edición, y de David López, que nació en Baracaldo y ganó ayer en Alcoy.
«De pequeño, mi ídolo era Cubino, porque ganaba el día más inesperado». A su manera, David López es como su ídolo. Vence cuando nadie lo espera. Le pasó en 2007. Se marchó lejos para lograr su primera victoria. Hasta la estación alpina de Solden, a 2.671 metros. Subió sintiéndose invisible. Sabía que las imágenes de esa Vuelta a Alemania no llegaban a casa. Sus padres andaban de vacaciones en Reinosa; su novia, por Cáceres. Y él, a oscuras en un puerto alpino. «Sólo pensaba en recordarlo bien todo. El paisaje, la gente, las voces. Todo. Para no olvidarlo durante el resto de mi vida». Para contarlo siempre. Ayer, para lograr su segundo triunfo, el vizcaíno también se disfrazó de Cubino: inesperado. Iba con Kreuziger, con Moncoutié, con Caruso y con Egoi Martínez. A su sombra. Todos le superaban en palmarés, en puntería. Así que hizo como Cubino y sorprendió en el alto del Revolcat, a 5 kilómetros de la meta. Tan inesperado como eficaz. Inició el repecho final de Alcoy con tiempo de sobra. Sentado. «Disfrutando». Sabía que esta vez sí le estaban viendo en casa. Compartiéndolo con ellos a distancia. «Ese kilómetro final vale por toda la carrera deportiva».
Ayer, a toda mecha el Euskaltel-Euskadi trataba de agarrar las riendas para cazar a los escapados, preocupados porque alguno de los de arriba de la general iba en ella.
El final feliz dejó a David López haciendo como en aquel primer triunfo alemán. Grabó las imágenes en su cerebro: «Me ha emocionado ver a la gente, aplaudirme. Yo no soy de los que ganan. Iba sufriendo, disfrutando. Me parecía increíble. Miraba atrás y no veía a nadie».
Ocho minutos por detrás, otro vizcaíno, Igor Antón, disputaba su segundo combate del día. La rampa de Alcoy vio elevarse la viruta de humo de «Purito» Rodríguez. El catalán agarró por el pescuezo a Antón. Le apretó tres veces. Pero no le ahogó, ni le sacó ni un metro, ni le quitó «La Roja». No era día para «Purito». Era para vizcaínos.