A Vicente del Bosque es complicado verlo alterado. Imposible. Sus mecanismos de autoprotección ante los emociones son un muro de hormigón. Es un hombre feliz. Campeón del Mundo, uno de los envidiados porque dirige a la selección que mejor juega al fútbol. No se dejó ver en las catorce horas que duró el vuelo entre Zurich y Buenos Aires. Devoró toda la prensa que tuvo a su alcance antes de pisar suelo argentino.
Hacía 32 años que España no visitaba Argentina. Fue con motivo del Mundial, un torneo que se truncó para Vicente del Bosque por culpa de una lesión. Era fijo en aquel equipo y tuvo que conformarse con comerse las uñas a través del televisor. Tiene una espina clavada. Y así lo dejó entrever en el control de pasaportes. Él también jugará este partido amistoso.
Pese a que la selección llegó rozando la medianoche y había jornada de Apertura, una nube de fotógrafos y de cámaras aguardaban a la campeona. Síntoma de partido grande. Quizás el acontecimiento futbolístico más caro del mundo. Antes de Sudáfrica, la consultora alemana Data Markt llevó a cabo una tasación sobre las selecciones que participaban en la fase final. España apareció en lo más alto con un valor de 650 millones de euros, mientras que Argentina sumaba 517. Una cotización que habrá subido en el caso de España y a la inversa en el caso argentino.
Un argumento sólido, que se corrobora echando un vistazo a las plantillas. Casillas, Reina, Ramos, Piqué, Xavi, Iniesta, Silva, Villa o Torres de un lado. Messi, Higuaín, Diego Milito, Agüero, Di Maria, Mascherano y cía en el equipo argentino. Dos selecciones con caché. Y eso que Maradona pudo echar por tierra a una generación que debería haber caminado con paso más firme en el último Mundial. Las cláusulas de rescisión, argucia para proteger a los clubes del acoso de los poderosos y que sólo existen en España y Portugal, que manejan tanto españoles como argentinos en la Liga ponen de manifiesto la magnitud de su valor.
Ni Brasil se acerca
al listón que elevan ambas selecciones. Las nuevas hornadas están muy lejos de la magia de otros jugadores que enamoraron al mundo. Sin ir más lejos, aún no han encontrado un recambio para Ronaldo. El «gordito» respondía al perfil de delantero goleador que machacaba a las defensas con sus fintas y remates imposibles.
Mañana todo el mundo mira hacia el Monumental de River Plate (22 horas). Ahí se disputará el mejor partido. Una final ficticia, pero soñada por los amantes del fútbol. Una pachanga de amigos, que se conocen a la perfección y que se tienen ganan pese a que comparten camiseta en algunos clubes. España probará la brillantez de su estrella ante un rival duro. De momento, los internacionales se lo han tomado con calma. Gozaron de la mañana libre para hacer compras y por la tarde se entrenaron en la mítica Bombonera. Palabras mayores. Un templo de respeto.
A Vicente del Bosque es complicado verlo alterado. Imposible. Sus mecanismos de autoprotección ante los emociones son un muro de hormigón. Es un hombre feliz. Campeón del Mundo, uno de los envidiados porque dirige a la selección que mejor juega al fútbol. No se dejó ver en las catorce horas que duró el vuelo entre Zurich y Buenos Aires. Devoró toda la prensa que tuvo a su alcance antes de pisar suelo argentino.
Hacía 32 años que España no visitaba Argentina. Fue con motivo del Mundial, un torneo que se truncó para Vicente del Bosque por culpa de una lesión. Era fijo en aquel equipo y tuvo que conformarse con comerse las uñas a través del televisor. Tiene una espina clavada. Y así lo dejó entrever en el control de pasaportes. Él también jugará este partido amistoso.
Pese a que la selección llegó rozando la medianoche y había jornada de Apertura, una nube de fotógrafos y de cámaras aguardaban a la campeona. Síntoma de partido grande. Quizás el acontecimiento futbolístico más caro del mundo. Antes de Sudáfrica, la consultora alemana Data Markt llevó a cabo una tasación sobre las selecciones que participaban en la fase final. España apareció en lo más alto con un valor de 650 millones de euros, mientras que Argentina sumaba 517. Una cotización que habrá subido en el caso de España y a la inversa en el caso argentino.
Un argumento sólido, que se corrobora echando un vistazo a las plantillas. Casillas, Reina, Ramos, Piqué, Xavi, Iniesta, Silva, Villa o Torres de un lado. Messi, Higuaín, Diego Milito, Agüero, Di Maria, Mascherano y cía en el equipo argentino. Dos selecciones con caché. Y eso que Maradona pudo echar por tierra a una generación que debería haber caminado con paso más firme en el último Mundial. Las cláusulas de rescisión, argucia para proteger a los clubes del acoso de los poderosos y que sólo existen en España y Portugal, que manejan tanto españoles como argentinos en la Liga ponen de manifiesto la magnitud de su valor.
Ni Brasil se acerca
al listón que elevan ambas selecciones. Las nuevas hornadas están muy lejos de la magia de otros jugadores que enamoraron al mundo. Sin ir más lejos, aún no han encontrado un recambio para Ronaldo. El «gordito» respondía al perfil de delantero goleador que machacaba a las defensas con sus fintas y remates imposibles.
Mañana todo el mundo mira hacia el Monumental de River Plate (22 horas). Ahí se disputará el mejor partido. Una final ficticia, pero soñada por los amantes del fútbol. Una pachanga de amigos, que se conocen a la perfección y que se tienen ganan pese a que comparten camiseta en algunos clubes. España probará la brillantez de su estrella ante un rival duro. De momento, los internacionales se lo han tomado con calma. Gozaron de la mañana libre para hacer compras y por la tarde se entrenaron en la mítica Bombonera. Palabras mayores. Un templo de respeto.








