Auxerre
0
Real Madrid
1
Una victoria sufrida, muy sufrida, a pesar de que la mayor parte del partido se viera con claridad que el equipo no iba por buen camino. Hay actitud, encomiable; intención, toda; y ganas, muchas. Pero hubo muy poco fútbol, sobre todo si a Mourinho le da un ataque, no de entrenador, sino de Mourinho, y el cuerpo le pide cambiar talento por músculo. No anda el Madrid sobrado de ojos como para prescindir de los que tiene Ozil, que de eso le sobra. [Narración y estadísticas]
Vale que a Xabi Alonso le pongas un poco de físico al lado como Khedira pero, si además le metes a Lass al lado, lo mismo te da poner luego a setecientos mil delanteros porque lo que les van a llegar son melones destrozados en mil pedazos. Así que el Madrid apretó por una actitud estupenda, por el buen rollo que hay entre los jugadores y el técnico de puertas adentro y por las ganas que tienen de no defraudar, pero aquello no daba para más. Además, se añadía la poca química que había entre los de arriba. Hubo confusión, tropezones, indecisión entre los delanteros, apelotonados en el centro e inermes por fuera.
Y el Auxerre creó más de un problema con casi nada. Los franceses están regular tirando a mal en la Liga francesa y mal tirando a peor en la Champions. Así que no están para tirar cohetes. Tienen velocidad en la contra y cierto peligro en los balones aéreos. Poca cosa para un equipo en el que hay tanto de todo, aunque ese tanto sea supuestamente.
Además, Casillas se puso las botas de flanes y casi le cuesta más de dos disgustos a su equipo. Así que entre la torpeza de los de arriba, la ceguera de los del medio y los Dhul de atrás, el Madrid fue un equipo sin apenas signos de identidad reconocible. Creó ocasiones por la inercia natural de su superioridad, pero enhebró muy poco, echando de menos a Ozil, que será muy irregular, pero que con una jugada que haga supera todo lo que puedan hacer los demás con el pico y la pala.
Benzema, titular ahora, no remató ni una sola vez a puerta. Mourinho, que estaba que mordía las esquinas del banquillo, el flequillo de Karanka y el pinganillo del cuarto árbitro, metió a Ozil, con tanta desconfianza que a la media que perdió le montó un pollo, nunca mejor dicho, de primera. Pero aún con las broncas, la entrada de Ozil acabó por notarse, mucho más cuando se le sumó la entrada de Di María.
Más picotazos por un lado; por otro, más presencia de Cristiano y más llegada en general porque un poco de calidad en un equipo tan plano ya era mucho. La entrada de Ozil entre líneas y de Di María en una banda mejoró la ofensiva: se vieron más huecos, hubo aclarados y más ocasiones: una de Higuaín, otra de Cristiano y el gol definitivo trazado entre el alemán y el argentino que rescataba a Mou de las llamas del infierno al tiempo que le quitaba razón. Siempre, siempre es mejor el talento que el músculo. A ver si se entera de una vez…







