Doroño es un pueblo tranquilo del enclave burgalés de Treviño donde respiran aire fresco 140 vecinos -tiene empadronados casi 200-. El núcleo histórico de la población está formado por una veintena de casas. Al sur, amplían la mancha urbana un par de urbanizaciones de chalés unifamiliares levantadas hace más de una década y cada vez más pobladas, sobre todo por vitorianos. Ayer, un grave suceso dio al traste con el habitual sosiego.
A primera hora de la mañana, según pudo saber El Correo, una furgoneta 'Mercedes Vito' de color negro se internó en la urbanización Doroño II. De ella salieron cuatro personas y, tras golpear a E. A. A. -vecino de una de las viviendas, de unos 40 años y natural de Vizcaya, comentaban algunos residentes de esa zona de viviendas-, le obligaron a subir en el vehículo y se lo llevaron a la fuerza.
El extraño suceso sobresaltó a la población, aunque fueron muchos los residentes que no se enteraron de que algo malo sucedía hasta que «hacia las 11.30 o las 12.00 horas» vieron a numerosos efectivos de la Guardia Civil llamando a sus puertas en busca de testigos presenciales o prohibiéndoles el paso hacia la zona de la urbanización donde se produjo el suceso.
En un chalé de alquiler
E. A. A. reside en el chalé donde se encontraba en el momento del secuestro desde hace «seis o siete meses» junto con su pareja sentimental y otro hombre, todos de nacionalidad española, según explicaron vecinos consultados. Las mismas fuentes precisaron que la vivienda está alquilada. Precisamente fue la mujer la que, con sus gritos y llantos, alarmó al vecindario. «¡Socorro, ayuda!», exclamaba, pidiendo también la presencia de la Policía, comentaban en el centro social de Doroño, lugar de reunión sobre todo de las personas que viven en las urbanizaciones.
Dos rottweiler vigilando
La finca está protegida por dos imponentes perros de raza rottweiler, que ayer se mostraban muy inquietos, quizá por la ausencia de sus dueños. Una zona verde rodea la vivienda, en la que sobresale un olivo. Las ventanas de la planta baja se mantenían abiertas ayer por la tarde -también alguna del piso superior- y había una silla de terraza en el suelo. El portero automático no funcionaba. Más información en elcorreo.com






