JOSÉ SACRISTÁN
Único. Manolito siempre fue único, alguien absolutamente imposible de sustituir. Aunque en momentos como éste todo suelen ser elogios, es cierto, la unanimidad sobre él y su trabajo es total, unanimidad completa sobre bonhomía y buen hacer, sobre su manera de ser, su manera de vivir y su manera de relacionarse con la gente. Un hombre y un actor de otra pasta, forjados por el difícil entorno y las duras circunstancias en las que nos formamos y crecimos. Era un país con unas señas de identidad determinadas que te marcaban en la manera de afrontar la vida y la profesión. Esas circunstancias por fuerza tenían que dar personas y actores muy distintos a los de hoy. Actores como él construyeron nuesta memoria sentimental, lo mismo que yo para muchos soy el hombrecito de la Transición.






