JOSÉ LUIS CUERDA
Era un buen amigo, una excelente persona y un extraordinario actor. Manolo Alexandre pertenece a una generación de actores irrepetible. Parece mentira que, con aquella censura que procuraba desterrar la vida de cualquier hecho artístico, ellos consiguieran unas personajes de tal vitalidad: era milagroso. Poner en manos de ellos un texto era saber que iban a sacar el máximo partido y que iban a convertir lo que tú les habías dado en letra en puro sentimiento y eficacia interpretativa y total comprensión del personaje. Me pasaba con él lo mismo que a mí con Azcona, que siempre me decía que cuando yo le invitaba a trabajar conmigo en un guión era como si le invitara a una boda.
Eso era para mí trabajar con Manuel, un placer, rodar con él era como ir a una boda. Siempre nos parece que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero lo cierto es que no se puede comparar aquel cine con el de hoy. Hacer aquellas películas era una completa heroicidad de todo tipo, económica, ideológica, de medios... Hoy, si acaso, la heroicidad es, como mucho, económica. Actores como Manuel constuyeron nuestra memoria sentimental, que está unida a los personajes que incorporaron y las películas que interpretaron. Quizá Manuel fuera un secundario, pero puedo asegurar que, cuando estaba en un plano, él era el protagonista absoluto. Quizá su secuencia duraba menos tiempo, pero componía personajes inolvidables.
