Madrid

Madrid / LA HISTORIA DE LOS POBLADOS

¿Qué fue de los supermercados de la droga?

ABC recorre la carretera de Villaverde a Vallecas en busca de las cenizas de La Celsa y La Rosilla

Día 19/10/2010 - 12.40h
La Rosilla, La Celsa y Las Barranquillas. Son los nombres de los que probablemente hayan sido los supermercados de heroína más famosos de Madrid. Todos ellos comparten una particularidad amén de ser tres núcleos del narcotráfico de la capital: estuvieron vertebrados en apenas tres kilómetros de la carretera de Villaverde a Vallecas. Hoy, cuando sólo Las Barranquillas permanece en activo, sus nombres evocan el recuerdo de la humillación, la dependencia y la droga. Pero los inicios de los poblados difieren bastante de las sombrías sendas de toxicómanos que acabaron apareciendo en los medios de comunicación.
La Celsa fue en sus inicios una mera extensión del Pozo del Tío Raimundo. Ambos barrios compartieron historia: la de inmigrantes provenientes del sur en busca de una vida mejor a mediados del siglo pasado. Por aquél entonces la estampa de El Pozo era bien distinta a la de hoy día. Los bloques de pisos aún eran chabolas construidas por los propios obreros al margen del Ayuntamiento. Cuando la Policía comenzó a dejarse caer por el barrio para impedir nuevas construcciones, muchos optaron por bajar unos metros hacia el sur para hacerse sus propias infraviviendas junto a la valla de la fábrica de Cerámicas Celsa, que bautizó el poblado. La convivencia era entonces ejemplar.
Los comienzos de Las Barranquillas
Los comienzos de Las Barranquillas también difieren bastante de lo que acabarían siendo. De hecho, si se observa una foto por satélite del poblado a mediados de los setenta apenas se distinguen un par de casas con huerto y una vaqueriza. Algunas de esas casitas hacían precisamente las veces de residencia de ocio de los vecinos de El Pozo.
Más tarde llegarían los ochenta. Y con ellos llegó el 'boom' de la droga en la capital, convirtiendo aquellos pacíficos poblados en centros del narcotráfico. Los primeros vecinos de La Celsa disfrutaban ya por aquél entonces de pisos de realojo en Entrevías, pero muchas de sus chabolas aún seguían en pie. “Con el descuido de la Administración hubo gente que repobló las chabolas y reconstruyó algunas”, afirma Gabriel del Puerto, presidente de la Asociación de Vecinos El Pozo. “Pero ya no se trataba del mismo personal. Comenzaron a vender heroína, que empezaba a estar de moda, como una forma de salir adelante... Sin darse cuenta de que estaban vendiendo veneno y muerte”, comenta.
La Rosilla sucede a Los Focos
La Rosilla surgiría ya en los años noventa como un barrio de tipología especial donde residían unas 40 familias en pequeñas casas de dos plantas a la espera de ser realojadas en vivienda en altura. “Fue un barrio bien integrado en el distrito hasta el año 99 aproximadamente, cuando una pequeña parte de las familias comenzó a dedicarse al narcotráfico”, recuerda José Enrique Arribas, presidente de la Asociación Trama. Y es que l os desalojos de varios poblados en Villaverde y del núcleo chabolista de Los Focos, en San Blas, trasladaron gran parte del narcotráfico hasta La Rosilla.
Las cifras que llegaron a manejarse en el poblado hablan por sí solas. En el año 1999 el Centro de Reducción de Daños para drogodependientes, gestionado por Trama, atendía a alrededor de 300 personas al día. En el 75% de los casos se trataba de varones entre 25 y 40 años. El 40% de ellos se inyectaba seis veces al día, mientras que un 28% lo hacía más de 15 veces. La mitad de ellos era portador del VIH.
“En el centro no sólo se daba asistencia social y médica a los drogodependientes. Aprovechábamos los ratos en que venían a comer o ducharse para ofrecerles sustituir el consumo de heroína por metadona. Intentábamos abrirles una pequeña puerta para el cambio”, afirma Arribas.
Mientras tanto, en La Celsa, las autoridades habían decidido a principios de los noventa derribar las chabolas para dotar de unas viviendas más dignas a los residentes con la esperanza de que mejorara su integración. Pero la historia fue algo distinta. “No estuvieron a la altura. Construyeron unas viviendas de hormigón que eran como bunkers y crearon así un barrio inaccesible para la Policía”, recuerda Gabriel del Puerto.
Soluciones temporales
Si se observa la historia de los supermercados de la droga en la Carretera de Villaverde a Vallecas es sencillo concluir que el problema del narcotráfico, a pesar de los desalojos, no ha llegado a solucionarse sino a trasladarse. Cuando comenzó el desalojo de La Rosilla parte del narcotráfico se derivó a La Celsa, a sólo 2,5 kilómetros de distancia. Y cuando tanto La Celsa como La Rosilla pasaron a mejor vida, Las Barranquillas, a kilómetro y medio, copó todo el mercado. Hoy, con Las Barranquillas en declive, La Cañada Real comienza a hacerse fuerte como centro de narcotráfico. Qué pasará con Las Barranquillas cuando se derribe el poblado es aún una incógnita. A pesar de todo, ABC.es visitó la pasada semana lo que queda de La Celsa y La Rosilla para ofrecer en vídeo qué se construyó en sus lugares.
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