Los Mossos d'Esquadra tienen abierta una investigación para aclarar la conducta criminal de un cuidador de un geriátrico de Olot que fue detenido el domingo por la noche por su presunta relación con la muerte de ancianos que tenía a su cargo.
EFE
El empleado del geriátrico, Joan V., fotografiado ayer durante la reconstrucción del crimen
El celador, Joan V.D., de 45 años y vecino de Castellfollit de la Roca, fue arrestado en un primer momento por haber envenenado a una anciana de 86 años este pasado fin de semana pero en el tiempo que lleva en los calabozos de los Mossos ya ha confesado que hay otros ancianos que no murieron de manera tan natural como en su momento certificaron los médicos.
Mismo «modus operandi»
De hecho, ayer por la tarde los Mossos d'Esquadra emitieron un comunicado de prensa donde manifestaban que el mismo sujeto es el principal sospechoso de la muerte de una mujer que apareció cadáver el pasado 12 de octubre. En este sentido, según informó Efe de fuentes de la investigación, el «modus operandi» en ambos casos fue el mismo, de forma que las dos ancianas fueron obligadas a ingerir un líquido abrasivo, presuntamente, por Joan V.
El caso se empezó a desenmarañar el pasado domingo cuando el servicio de urgencias del hospital de Olot tuvo que atender a una mujer de 86 años de edad, interna del geriátrico de La Caridad (situado a escasos metros del centro sanitario) y que presentaba un estado crítico. Tanto es así que la anciana terminó por fallecer pero el médico que la había atendido se extrañó al ver las marcas de quemadura que presentaba en labios, boca y garganta. El doctor se negó a certificar la defunción por causas naturales y dio aviso a los técnicos forenses por si ellos descubrían algún indicio de muerte criminal. Los técnicos del Instituto de Medicina Legal concluyeron que la mujer había ingerido alguna sustancia corrosiva que había abrasado sus órganos internos hasta la muerte.
El caso es que la mujer, de nombre Paquita, tenía la movilidad muy reducida, se servía de una silla de ruedas, y parecía poco probable que ella misma se las hubiera podido ingeniar para quitarse la vida. Había necesitado la ayuda de un tercero pero, aparte de una hermana de edad avanzada que está en el mismo geriátrico y de otro hermano que vive en un pueblo cercano pero con el que apenas se relaciona, la mujer no guardaba contacto con nadie. Entonces fue cuando todas las sospechas cayeron sobre su cuidador, un celador de 45 años que lleva seis trabajando en La Caridad y que es bien apreciado por el personal por el trato que da a los abuelos.
Cuando los Mossos fueron a buscar al sospechoso a Castellfollit de la Roca, éste no tardó en confesar que había terminado con la vida de Paquita porque no podía soportar verla sufrir más por culpa de su minusvalía. Así, en un acto de supuesta piedad, agarró una jeringuilla, la cargó de un líquido corrosivo (los analisis deberán aclarar si se trata de lejía, salfumán o de algún otro tóxico) y le roció la boca y la garganta. El veneno mató a la mujer a las pocas horas.
Lo que los Mossos no podían pensar a aquellas horas es que ese individuo, antiguo peluquero, que está soltero y vive junto a sus padres, había usado el mismo método para terminar con más ancianos que tenía a su cargo. Para terminar con su supuesta agonía. ¿A cuántos residentes más pudo haber matado el celador? La respuesta sólo la sabe él.
