Todo es nuevo para Antony Hegarty. El líder de los Johnsons ha vuelto despojado de oscuridad y su voz suena en este nuevo «Swamlights» más poderosa que nunca.
La presencia de esta maravillosa criatura que es Antony es etérea y al escucharlo podemos sentir que, aunque sea por el breve lapso de un instante, es posible atrapar la belleza de lo efímero. Un concepto que en el último disco de Antony And The Johnsons se vuelve terrenal.
Antony Hegarty ha descendido a las más fértiles raíces de la madre naturaleza y de ellas ha obtenido cada una de las notas que hacen brillar la luz de este cisne. Ya no es un pájaro, no necesita saber que habrá alguien que lo vele cuando muera, no ansía ver la luz del llanto… Su voz es potente y hasta se atreve a confesar que el amor es lo que ahora mueve su mundo («I’m in love») y de la mano de ese amor se muestra agradecido («Thank you for your love»)… sin ser consciente de que los que debemos estar agradecidos somos nosotros, pues Hegarty nos brinda su mejor trabajo.
La anecdótica presencia de Björk, con la que interpreta la enigmática (y algunos, los menos, se atreverán a decir incomprensible) «Flétta», es sólo un elemento más que casi pasa inadvertido en el hermoso conjunto sonoro que es «Swanlights», construido en un feliz estado de ánimo.
Felicidad, tranquilidad, bienestar, comodidad… es lo que desprenden todos los temas compuestos por Antony, que no puede negar haber abandonado la piel de la tristeza hasta transformarse en el bello cisne que cruza los océanos de la melancolía («The Great White Ocean»). No es éste un disco destinado a potenciar los estados de desánimo, más bien todo lo contrario.
El universo que Antony Hegarty habita está rodeado de seres maravillosos, extraños, expulsados del amargo reino de la cotidianeidad. En él hay distintas estancias: «I am a bird now» (tristeza y desaliento), «The crying light» (melancolía y compasión) y «Swamlights» (catarsis). En esta ocasión hemos sido invitados a ocupar la más agradable… Aunque en todas ellas la música ejerza de bálsamo reparador de cuantas (muchas) heridas la vida va provocando en nosotros, ilusos seres confinados al destierro de la normalidad.