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Tristán Bauer dirige «Che, un hombre nuevo»
Día 29/10/2010 - 09.56h
De nuevo ante el mito, siempre estudiado, escuadriñado desde todos los rincones, en todas sus facetas, explotado comercial y moralmente. Uno no sabe ya si Ernesto habría querido algo así. la fama con sus glorias y sus miserias, tan amigo como era él de las penumbras, de la discreción y de los silencios, sobre todo de sus silencios, que eran tan suyos.
ABC
Esta vez se ha ido más lejos, una exploración al interior de Guevara, abrir el alma y exponerla, con todas sus riquezas, sus temores, sus logros y sus derrotas que, aunque no lo parezca, fueron muchas y amargas. Es una introspección realizada con mucho respeto, mucho amor y cariño pero, sobre todo, está realizada con un ingente trabajo detrás.
Se aprecia en la obra de Tristán Bauer horas y horas de investigación, de hundir la cabeza en la biblioteca y de bucear en busca de la intimidad del Che, una intimidad compleja, navegando entre el fulgor populista de Fidel y su carisma, enorme, sepultado por el propio carácter de Ernesto, que regaló poco de la euforia victoriosa al exterior. Sabía que la lucha era global y que lo conseguido era nimio y sin garantías de éxito posterior.
Es pues este Che un documental desmenuzado con rigor, con firmeza y bien anclado en la historia. Y es un documental largo, extenso y pesado, muy pesado, lastrado en sus dos horas por una falta de agilidad que acaba dejando serias dudas sobre su viabilidad comercial. Es, no cabe duda, una valiosa pieza recuperada a la historia sobre lo que en realidad fue Ernesto Guevara, un soñador que pasó de los pensamientos a los AK47 y ya no se pudo separar ni de unos ni de otros.
Lo mejor de una obra así es que, con sus desnudeces o sin ellas, la idea, poética y romántica, de Ernesto sigue vigente. Tal y como están las cosas, van a salir muchos más...
