La llegada del Real Madrid al aeropuerto de Alicante fue una locura. La estrechez de las salidas, con las zonas de maletas pegadas a las puertas, y las vallas de separación convirtieron el paseo de los futbolistas hasta el autobús en una fiesta anárquica, previa al partido ante el Hércules (Sábado, 22.00 horas). Los simpatizantes rodearon el bus blanco y los jugadores casi no tuvieron sitio para ascender a él.
Sergio Ramos aportó tranquilidad a la situación. Se detuvo y firmó autógrafos. Arbeloa también atendió a los seguidores que viajaban con el equipo. No pasa nada, parecían decir. La marabunta de dos mil hinchas que esperaban al equipo produjo un atasco monumental. Los coches no podían moverse.
Dirigido por la Guardia Civil y la Policía, el transporte de los futbolistas se abrió camino y abandonó el recinto aéreo para encontrarse en el hotel con el segundo tiempo de este partido. Otros dos millares de forofos recibieron a sus ídolos. No se podía penetrar al hotel. Todo estaba bloqueado.
Algunos jugadores dieron una alegría a los chavales que llevaban dos horas esperando en la primera fila de las vallas. Posteriormente, hubo firmas de autógrafos en el hotel para los socios madridistas de la región. Este sábado, el Real Madrid juega en un campo donde nunca ha perdido en Liga.