Medios y Redes

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¿Están los famosos detrás de sus cuentas de Twitter?

Paseamos por las cuentas de conocidos personajes en busca de la autenticidad de sus 140 caracteres

Día 31/10/2010 - 14.41h
Twitter crea adicción. Y adictos a los adictos. Conocido caso es el de la pareja de actores formada por Demi Moore y Aston Kutcher dos de los famosos con más seguidores en la red de mensajes cortos, cuya vida privada discurre en los 140 caracteres de la vorágine del pajarillo.
Los rostros conocidos han sucumbido al veneno del contacto directo con sus seguidores y en España tenemos nuestros propios adictos a la red, arrastrando a su vez a miles de seguidores con los que cruzan mensajes de tú a tú. Pero hay cuentas que resultan frías y distantes ¿robots? ¿gabinetes de comunicación? ¿ambas cosas?...
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En algunos casos no hay duda de que son los dedos de los personajes quienes pulsan los 140 caracteres. Otros muchos resultan fríos y demasiado profesionales
Buceando por algunas cuentas de políticos, personajes televisivos, músicos o deportistas se pueden sacar algunas deducciones.
Ejemplo de plena y personal dedicación, conocido por cualquiera que tenga una cuenta abierta en Twitter, es el del cómico y presentador de televisión Andreu Buenafuente.
Las tardes de ensayo y preparación de programas, las mañanas de ocio y las noches tras el programa llegan a cerca de 210.000 personas en dosis sin medida. Buenafuente contesta, interactúa, se lamenta, se despoja de corrección política alguna y se convierte en uno más en el «timeline» de sus seguidores.
No es el único que ha decido poner pedacitos de vida en el ágora virtual. Alejandro Sanz se «sobrecoje» (sí, con jota), cuenta banalidades, tira con bala contra jefes de estado (Obama y Chavez, entre sus dianas favoritas) o responde a anónimos elogios y a conocidos «compadres».
El hombre «spin off» de Buenafuente no le va a la zaga. Jordi Evolé, conocido como «El Follonero» atiende las obligaciones que impone su cuenta de Twitter con idéntica frecuencia a la de su socio y amigo. «Ayer Sabina y @Panchovarona se acordaron de este humilde servidor en el Sant Jordi. Casi lloro. No lo hice por si me veía Pérez Reverte», bromea en su penúltimo tuit.
Algo más deben esperar los más de 50.000 seguidores de otro televisivo, Florentino Fernández, entre actualización y actualización. Quien dice estar «Dedicado al artesanal oficio de la risa desde 1972» es también un constante conectado a la red social.
Para deleite esporádico de sus 405,899 seguidores está el escenario virtual de nuestro héroe patrio. El futbolista Andrés Iniesta tiene, sin embargo, una actividad más bien fría y poco dada a la conversación. Aunque los mensajes parecen salidos de sus propios dedos.
Todo lo contrario ocurre con otro de nuestros favoritos, su compañero Carles Puyol, cuyo Twitter hierve en primerísima persona, sus actividades culturales y de ocio, el próximo disco que va a escuchar, su impresión de las ciudades que visita con el equipo. El magnífico central del Barcelona y de la Selección Española campeona del mundo, desnuda con sus dedos sobre el móvil su actividad diaria.
Al otro lado de la galaxia futbolística, es el móvil de Sergio Ramos el que echa humo. El jugador del Real Madrid es cercano y, como muchos de los antes mencionados, compatibiliza respuestas a amigos personales con muchas otras a desconocidos. Meritoria labor de artesanía para un hombre al que le siguen algo más de 150.000 tuiteros.
Las cuentas de los políticos de primera línea son menos creíbles. No parece que sea Esperanza Aguirre quien esté detrás de su cuenta en Twitter, al menos en exclusiva. Su tono y mensajes suenan en demasiadas ocasiones a gabinete de comunicación. Lo cierto es que la presidenta de la Comunidad de Madrid no miente al respecto. «Bienvenido a mi Twitter (y al de mi equipo)» dice la descripción de su perfil.
No es un caso único, pero a su homólogo vasco, Patxi López la cuenta le sale algo más personal. ¿un buen community manager o el lendakari le ha cogido el gusto a la red social?
Los políticos resultan menos creíbles en Twitter, todo lo contrario a la mayoría de periodistas deportivos de este país, cuyas cuentas suenan personales y no paran de soltar mensajes. Ajeno a estas redes, muy a pesar de los muchos seguidores que le esperan con ansia, es Paco González. Pese a que el ruido mediático en su apoyo se gestó en Twitter, el periodista, ahora en la COPE, se resiste a abrir una cuenta propia, quizás por miedo a no poder atenderla de forma personal.
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