Parece parte del guión de Jurassic Park, pero es real. El investigador John VandenBrooks, de la Universidad Estatal de Arizona en Tempe (Estados Unidos) ha logrado criar libélulas gigantes tras aumentar los niveles de oxígeno en la atmósfera de su laboratorio. Aunque parezca jugar con la vida, lo que ha intentado este científico es reproducir las condiciones existentes en el ambiente de hace millones de años, en algún momento de la Tierra primitiva, durante el Paleozoico, cuando las libélulas eran seres monstruosos con una envergadura de 70 centímetros. El objetivo era confirmar la relación entre ese aire rico en oxígeno y el tamaño de los insectos. Efectivamente, el experimento ha funcionado con las libélulas, pero, afortunadamente para los más aprensivos, no ha tenido efectos en otras especies, como las cucarachas o los gusanos.
Archivo
Las libélulas del experimento fueron alimentadas a mano
«Nuestro principal interés era comprobar cómo los niveles de oxígeno primitivos podrían haber influido en la evolución de los insectos», explica John VandenBrooks, cuyo trabajo ha sido presentado en la reunión anual de la Sociedad Geológica de Estados Unidos en Denver. Para ello, su equipo facilitó el desarrollo de diferentes tipos de insectos en ambientes con distintas concentraciones de oxígeno. Los investigadores criaron libélulas, cucarachas, grillos, gusanos de la harina, escarabajo y otro bichos.
El resultado con las libélulas fue espectacular. Los insectos fueron separados en tres grupos de 75 ejemplares cada uno: unos vivieron en una atmósfera aislada que contenía el 12% de oxígeno (el nivel más bajo que ha habido en el pasado), otros la habitaron a un 21% (el nivel de oxígeno en la actual atmósfera terrestre) y un tercer grupo sobrevivió al 31% (el nivel más alto que ha existido nunca). Los ejemplares con hiperoxia, los que vivieron con grandes concentraciones de oxígeno, crecieron de forma exponencial. Los investigadores creen que, posiblemente, este crecimiento esté relacionado con los tubos huecos en la tráquea de los insectos.
Alimentadas a mano
Las libélulas son muy difíciles de criar -pocos científicos han conseguido hacerlo en laboratorio-, ya que necesitan cazar presas vivas, así que los ayudantes de VandenBrooks tuvieron que alimentarlas a mano cada día. El esfuerzo fue recompensado con unas criaturas enormes y de pesadilla. Sin embargo, la fórmula no funcionó con otros insectos. Aumentar el nivel de oxígeno no consiguió que se pasearan por el laboratorio cucarachas gigantes ni otros horrores similares.