Es difícil ser profeta en la tierra de uno. Y más cuando se es Ai Weiwei, uno de los artistas más polémicos y críticos de China. Mientras la Tate Gallery de Londres exhibe su última excentricidad, una instalación compuesta por millones de pipas de girasol, su estudio de Shanghái se enfrenta a la demolición.
Aunque las autoridades de dicha ciudad invitaron a Ai Weiwei a mudarse, ahora han dictado una orden de derribo contra la construcción argumentando que es ilegal. El controvertido artista, famoso por participar en el diseño del estadio olímpico de Pekín junto a los arquitectos suizos Herzog y De Meuron, invirtió más de 700.000 euros en su nuevo estudio. Pero el problema no es el dinero para uno de los padres del «Nido».
El año pasado tuvo que ser operado después de que la Policía le abriera la cabeza
Con la ironía y el espíritu contestatario que le caracterizan, el artista se ha tomado el anuncio de la demolición con filosofía y ya planea organizar un «happening». Burlando la censura que bloquea redes sociales como Twitter o Facebook, Ai Weiwei ha invitado este domingo a sus admiradores a tomar 10.000 cangrejos de río para celebrar el derribo del estudio. Jugando con las palabras, es su manera de protestar. En mandarín, cangrejo de río («hexie») suena parecido a la «armonia» que preconiza el régimen de Pekín. Mientras el incómodo Ai Weiwei crea y construye, las autoridades quieren acallar sus críticas destruyendo su estudio y, si fuera posible, su obra.








