Economía

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Zapatero se pone de perfil en Seúl

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Zapatero se pone de perfil en Seúl

Criticó la idea de poner barreras comerciales a China y buscó después la foto con Obama

Día 12/11/2010

Criticó la idea de poner barreras comerciales a China y buscó después la foto con Obama

Día 12/11/2010
«En esta crisis hemos aprendido que solos cada uno de nosotros no la vencemos, la vencemos unidos, sin poner barreras, ni fronteras, a la economía ni al comercio». Esta llamada a la unidad del G-20 fue lo único que se escuchó ayer al presidente del Gobierno sobre la «guerra de divisas». Y no lo dijo en la cena de gala previa a la cumbre (hablará hoy), sino en un acto previo sobre los objetivos del Milenio de la ONU.
Sus palabras podrían interpretarse como una velada crítica a la propuesta de Barack Obama para poner un tope del 4% al desequilibrio comercial chino si no fuera porque enseguida buscó la foto con el presidente de EE. UU. para mantener el equilibrio. Y, sobre todo, porque la ministra de Economía, Elena Salgado, ya se encargó de resaltar que las conclusiones no incluirán el recahzo a las devaluaciones indirectas. Después de que la Reserva Federal inundara el mercado con 600.000 millones de dólares el pasado lunes sonaría a tirón de orejas a Barack Obama.
Hay que expresarse «de manera diferente», advirtió la vicepresidenta Salgado, porque «también tenemos que pensar en la posibilidad de decir algo para quien (China) no devalúa pero, de alguna forma, no permite algún tipo de flexibilidad» monetaria. Una de cal y otra de arena de un país que, en el fondo, sigue siendo solo «invitado» al «G-20 más uno o el G-21», insistía anoche la ministra, como si el Gobierno hubiera decidido parapetarse en Corea tras Herman Van Rompuy y el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, tras ver cómo Angela Merkel, salía a criticar la propuesta de Obama de limitar el saldo exterior.
Así que Zapatero optó por ponerse de perfil y limitarse a desempolvar anteriores discursos inocuos para volver a plantear a los empresarios —ya lo hizo en el G-20 de Toronto y en varios foros anteriores— que es posible crear en España un millón de empleos «verdes» en diez años, derivando parados de la construcción a la rehabilitación de edificios energéticamente sostenibles; cambiando la industria del automóvil para que en 2015 circulen 250.000 coches eléctricos, y manteniendo a España como primera potencia en energía termosolar y segunda en fotovoltaica.
«En esta crisis hemos aprendido que solos cada uno de nosotros no la vencemos, la vencemos unidos, sin poner barreras, ni fronteras, a la economía ni al comercio». Esta llamada a la unidad del G-20 fue lo único que se escuchó ayer al presidente del Gobierno sobre la «guerra de divisas». Y no lo dijo en la cena de gala previa a la cumbre (hablará hoy), sino en un acto previo sobre los objetivos del Milenio de la ONU.
Sus palabras podrían interpretarse como una velada crítica a la propuesta de Barack Obama para poner un tope del 4% al desequilibrio comercial chino si no fuera porque enseguida buscó la foto con el presidente de EE. UU. para mantener el equilibrio. Y, sobre todo, porque la ministra de Economía, Elena Salgado, ya se encargó de resaltar que las conclusiones no incluirán el recahzo a las devaluaciones indirectas. Después de que la Reserva Federal inundara el mercado con 600.000 millones de dólares el pasado lunes sonaría a tirón de orejas a Barack Obama.
Hay que expresarse «de manera diferente», advirtió la vicepresidenta Salgado, porque «también tenemos que pensar en la posibilidad de decir algo para quien (China) no devalúa pero, de alguna forma, no permite algún tipo de flexibilidad» monetaria. Una de cal y otra de arena de un país que, en el fondo, sigue siendo solo «invitado» al «G-20 más uno o el G-21», insistía anoche la ministra, como si el Gobierno hubiera decidido parapetarse en Corea tras Herman Van Rompuy y el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, tras ver cómo Angela Merkel, salía a criticar la propuesta de Obama de limitar el saldo exterior.
Así que Zapatero optó por ponerse de perfil y limitarse a desempolvar anteriores discursos inocuos para volver a plantear a los empresarios —ya lo hizo en el G-20 de Toronto y en varios foros anteriores— que es posible crear en España un millón de empleos «verdes» en diez años, derivando parados de la construcción a la rehabilitación de edificios energéticamente sostenibles; cambiando la industria del automóvil para que en 2015 circulen 250.000 coches eléctricos, y manteniendo a España como primera potencia en energía termosolar y segunda en fotovoltaica.
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