Fútbol

Fútbol / EL CLÁSICO

Mourinho, como Figo

El portugués es el enemigo público número uno del barcelonismo

Día 29/11/2010 - 08.45h
Ya de por sí revoltosa, Barcelona se agita con la llegada del Real Madrid, más esperada que nunca desde que José Mourinho tomó a el control de la nave blanca. El Clásico de los clásicos, una vez más el partido del siglo hasta el próximo, centra su atención especialmente en el técnico portugués, capaz por sí solo de desviar la atención de un césped en el que estarán los mejores jugadores del planeta fútbol. A su manera, única e inimitable, Mourinho también da espectáculo y se enfurece el Camp Nou, que desde los tiempos de Luis Figo no estaba tan crispado.
Es una historia irremediable y a la gente le cuesta entender la transformación de aquel humilde traductor, convertido ahora en "The Special One", hiriente en cada una de sus palabras, tan provocador para la mayoría como idolotrado a 600 kilómetros de distancia. Así se entiende el fútbol moderno, extremista a más no poder. Ya en sus años mozos, cuando asesoraba a Sir Bobby Robson primero y luego a Louis van Gaal, apuntaba maneras, con un aire chulesco que ha acentuado hasta los límites. Fuera caretas. Mourinho es el enemigo del santuario culé.
Y él, tan contento. Capaz de dominar a su antojo la actualidad deportiva, desvía cuando quiere la atención para provocar un incendio. Se cuestiona la afición si corresponden sus gestos al señorío que ha carcaterizado al Real Madrid desde hace más de un siglo, pero en el club están enctados con él. Dicen que gana muchísimo en las distancias cortas, educado y cortés, y que solo le conocen bien unos pocos, los elegidos.
"No fichamos a Mourinho para hacer amigos, le fichamos para hacer un equipo campeón", resumió perfectamente Emilio Butragueño hace unos días. "La única bronca que existe es que Mourinho está triunfando", añade Alfredo di Stéfano. Efectivamente, coincide que el auge del Real Madrid, en plena ebullición, amenaza la aplastante era Guardiola. Eso alimenta las ganas del barcelonismo.
La última vez que Mourinho visitó el Camp Nou fue el 28 de abril de 2009 con el traje oscuro del Inter de Milán, una cita reservada para los héroes, media ciudad entregada en una rúa por las calles de la ciudad con la intención de espolear a los gladiadores, zarandeados días atrás en el Giuseppe Meazza por los italianos (3-1). Chasco de los buenos en la parroquia azulgrana, chasco gigantesco porque a dos pasos estaba la final de Chamartín.
"El Camp Nou no me perdonará nunca que les haya quitado la posibilidad de ganar una Champions en el Santiago Bernabéu. Soy persona no grata para el barcelonismo. La recepción será negativa", asume el protagonista. El castigo inmediato fue una ducha con los aspersores mientras celebraba sobre el césped la clasificación. Esa noche, el Barça ensució su "seny".
Represalias
¿Por qué esa actitud ante el portugués? ¿Cómo es posible que haya cambiado tanto? Mourinho ha ganado allá donde ha estado y se recordarán etrenamente los duelos entre su Chelsea y el Barça de Frank Rijkaard, primeros años del círculo virtuoso de Joan Laporta. Era entonces cuando a Ronaldinho le seguía apeteciendo jugar a fútbol, cuando Messi avisaba de lo que estaba por llegar.
El argentino, tan eléctrico, fue objeto de una entrada brutal de Asier del Horno en una esquina de Stamford Bridge. Roja directa. "Hemos jugado contra el Barcelona cuatro veces en dos años y nunca nos han ganado en un once contra once. Barcelona es una ciudad de cultura con mucho teatro y este chico (Messi) ha aprendido bien la comedia", clamó Mourinho.
De ahí el manido "vete al teatro" que le corean continuamente en el estadio catalán, acentuado desde que atacó a Rijkaard en una rueda de Prensa. "Como jugador, no me puedo comparar con él. Pero como entrenador, no ha ganado ningún trofeo y yo tengo muchos", dijo en su día.
También habló de la institución en global y fue igual de ácido. "El Barça es un gran club, pero solamente tiene una Champions en cien años de historia. Yo llevo algunos entrenando y ya la he ganado". Así es Mourinho, capaz de cuestionar las alineaciones de los rivales cuando se miden a los azulgrana, capaz de cuestionar la facilidad que tiene su enemigo más íntimo para acabar muchos de sus partidos en superioridad númerica.
En diez enfrentamientos contra el Barcelona, el luso ha cosechado tres victorias (dos con el Chelsea, una con el Inter), mientras que el Barça suma cuatro (dos ante el Inter, dos ante el Chelsa). El resto han sido tres empates, pero Mourinho les ha eliminado en dos ocasiones de la Liga de Campeones y él solo ha sido apeado en una. "Mourinho será recibido como se merece", soltó Sandro Rosell a la gallega, dando pie a la confusión, especialmente sensible el ambiente ahora que se recuerda continuamente el cochinillo volador que tenía a Figo como objetivo. "Figo traicionó al barcelonismo, Mourinho no", defiende Joan Gaspart. El Camp Nou le está esperando.
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