Economía

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La agenda, no tan secreta, de Mariano Rajoy

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La agenda, no tan secreta, de Mariano Rajoy

El reproche hacia los populares ha sufrido una mutación. Si antes se les acusaba de no tener un programa económico, ahora se dice que esconden sus verdaderas intenciones

Día 28/11/2010

El reproche hacia los populares ha sufrido una mutación. Si antes se les acusaba de no tener un programa económico, ahora se dice que esconden sus verdaderas intenciones

Día 28/11/2010
EFE
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«Agenda oculta», «tea party» y «Cameron» son las tres claves que las filas socialistas han manejado en su andanada contra el PP. Las citan como un mantra, conscientes del poder de penetración que tiene para los ciudadanos alertarles de los fortísimos ajustes económicos que abordarían los populares de llegar al Gobierno.
La estrategia tiene todas las similitudes con la desarrollada a mediados de la década de los 90. Entonces la admonición era que el PP quitaría las pensiones, hasta que el mensaje no pudo impedir que José María Aznar ganara las elecciones generales en 1996, eso sí, por escasos 300.000 votos de ventaja sobre su más directo adversario. Luego, se supo que el mismo Gobierno que alertaba a los jubilados del riesgo de quedarse sin su pensión había dejado las cuentas públicas en una situación tal de emergencia financiera que hubo que pedir préstamos extraordinarios para poder abonar esas mismas pensiones que se habían convertido en munición electoral.
Las pensiones no desaparecieron, y en el seno del Pacto de Toledo (creado en el año 95, gobernando todavía Felipe González) se acordó la revalorización automática de las mismas mediante un acuerdo con Comisiones Obreras y la CEOE, así como la creación de un Fondo de Reserva de la Seguridad Social, destinado a garantizar el pago de prestaciones contributivas en situaciones de crisis del sistema, ambas iniciativas gobernando los populares.
Que el Gobierno que ha hecho, a día de hoy, el mayor recorte de derechos sociales de la democracia contraviniendo todo lo contenido en su programa electoral acuse al PP de manejar una «agenda oculta» no deja de tener su gracia, pero barómetros como los del CIS arrojan el dato nada desdeñable de que los ciudadanos siguen creyendo que los socialistas tienen mayor sensibilidad social, mientras que los populares son más aptos para las políticas económicas.
Sabedores de esto, el Gobierno y el PSOE manejan un mensaje que puede tener adeptos entre no pocos indecisos. A ello ayuda, sin duda, una política popular que no le hace ascos a la gestión privada de los servicios públicos, lo que para muchos esconde una «privatización» encubierta en la que prima el principio de la rentabilidad por encima del bien común, a pesar de que Andalucía, Comunidad gobernada por el PSOE, es, por ejemplo la que más concierta su sanidad con centros privados.

Los ejes de la propuesta popular

«Agenda oculta», «tea party» y «Cameron» son las tres claves que las filas socialistas han manejado en su andanada contra el PP. Las citan como un mantra, conscientes del poder de penetración que tiene para los ciudadanos alertarles de los fortísimos ajustes económicos que abordarían los populares de llegar al Gobierno.
La estrategia tiene todas las similitudes con la desarrollada a mediados de la década de los 90. Entonces la admonición era que el PP quitaría las pensiones, hasta que el mensaje no pudo impedir que José María Aznar ganara las elecciones generales en 1996, eso sí, por escasos 300.000 votos de ventaja sobre su más directo adversario. Luego, se supo que el mismo Gobierno que alertaba a los jubilados del riesgo de quedarse sin su pensión había dejado las cuentas públicas en una situación tal de emergencia financiera que hubo que pedir préstamos extraordinarios para poder abonar esas mismas pensiones que se habían convertido en munición electoral.
Las pensiones no desaparecieron, y en el seno del Pacto de Toledo (creado en el año 95, gobernando todavía Felipe González) se acordó la revalorización automática de las mismas mediante un acuerdo con Comisiones Obreras y la CEOE, así como la creación de un Fondo de Reserva de la Seguridad Social, destinado a garantizar el pago de prestaciones contributivas en situaciones de crisis del sistema, ambas iniciativas gobernando los populares.
Que el Gobierno que ha hecho, a día de hoy, el mayor recorte de derechos sociales de la democracia contraviniendo todo lo contenido en su programa electoral acuse al PP de manejar una «agenda oculta» no deja de tener su gracia, pero barómetros como los del CIS arrojan el dato nada desdeñable de que los ciudadanos siguen creyendo que los socialistas tienen mayor sensibilidad social, mientras que los populares son más aptos para las políticas económicas.
Sabedores de esto, el Gobierno y el PSOE manejan un mensaje que puede tener adeptos entre no pocos indecisos. A ello ayuda, sin duda, una política popular que no le hace ascos a la gestión privada de los servicios públicos, lo que para muchos esconde una «privatización» encubierta en la que prima el principio de la rentabilidad por encima del bien común, a pesar de que Andalucía, Comunidad gobernada por el PSOE, es, por ejemplo la que más concierta su sanidad con centros privados.

Los ejes de la propuesta popular

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