El caos vivido en el aeropuerto de Son Sant Joan en los dos últimos días no ha afectado a todos por igual, ni siquiera, curiosamente, a los integrantes de una misma familia que tenía previsto pasar el «puente» de la Constitución en Madrid. Así nos lo cuenta Bárbara, una joven mallorquina que vive en el municipio de Inca. Su padre y su hermana, así como una sobrina suya, sí habrán podido disfrutar de unos días de descanso en la capital de España, mientras que ella se habrá quedado finalmente en Mallorca, tras haber arrojado la toalla.
De haber salido todo como estaba programado en un principio, Bárbara habría partido sola hace dos días y un día después lo habría hecho su familia, pero ayer a media tarde todos se encontraban aún esperando en el aeropuerto, con gestos más de resignación que no de cansancio. «Mi vuelo salía el viernes por la noche, a las nueve, y yo llegué al aeropuerto a las siete y cuarto», nos cuenta la joven. Las largas colas con que se encontró al llegar a la terminal de salidas no le sorprendieron. «En aquel momento, yo ya sabía por la radio y por la persona que me acompañó lo que estaba sucediendo», añade. Así que su primer paso fue ir hasta el mostrador de la compañía aérea con la que tenía previsto volar. «El billete lo había comprado por Internet», asegura a ABC la joven. Tras varias horas de espera, en torno a las diez de la noche una azafata fue explicando las posibilidades que existían en esos momentos, que eran salir otro día o devolvernos el dinero del billete». Bárbara optó por la solución del reembolso, «porque me dijeron que seguramente podría partir el lunes, que era el mismo día en que yo tenía previsto regresar a la isla». Sin embargo, no quedó del todo claro cómo podría hacer valer su derecho. Cansada, a las once y media de la noche decidió volver a su casa. Pasadas unas pocas horas, ayer por la mañana inició una ronda de llamadas para encontrar una solución. «Llamaba a AENA y me decían que llamase a mi compañía, me ponía en contacto con mi compañía y me remitían a AENA», y así una y otra vez. «He llamado un montón», señala. A pesar de esta pequeña odisea y de tener decidido que no pasaría este fin de semana en Madrid, ayer por la tarde Bárbara volvía a encontrarse en el aeropuerto de Palma de Mallorca. ¿La razón? Solidarizarse con sus seres más queridos en la espera, frente al mostrador en el que hacían cola. Su padre y su hermana sí tenían decidido viajar a la capital de España a pesar de todos los posibles problemas que pudiera haber.







