EFE
Laporta, ayer en el Parlament, junto al resto de diputados de Solidaritat Catalana
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Núria de Gispert tomó ayer las riendas del Parlament más fragmentado de los últimos 30 años, una Cámara en la que antagonistas políticos como Joan Laporta (SI) y Albert Rivera (C's) comparten grupo y por tanto despachos, turnos de palabra y —si llegan a acuerdo— coche oficial. Una Cámara en la que ayer había casi más fotógrafos apostados en la tribuna de prensa para captar la entrada del ex presidente del Barça que la del presidente electo, mientras su ex presidente, Ernest Benach, empezaba a saborear la hiel del ostracismo político rodeado por Jordi Pujol, Joan Rigol, Joan Rangel o Josep Duran Lleida en la tribuna de autoridades.
Tribuna por la que también desfilaron Eliseo Aja, presidente del Consell de Garantias, Miquel Valls, presidente de la Cámara de Comercio, Rafael Ribó, Síndic de Greuges, o Francesc Guardans, presidente del Consell de la Cultura, y en la que brillaron por su ausencia los alcaldes socialistas —alguien dijo que tienen otras ocupaciones más urgentes, empezando por Jordi Hereu—. El poder, por lo menos socialista, ya no está en el Parlament, y eso se nota.
También se nota, y mucho, el ascenso del PP. Alicia Sánchez-Camacho sabe que una imagen vale más que mil palabras, por eso ha revuelto cielo y tierra para conseguir escaño justo detrás del líder de CiU, Artur Mas. Y ayer, sin decir ni mu, se aseguró de salir en la foto.
El pacto CiU-PP hechó a andar con la elección de Núria De Gispert, que contó con algunos votos del PP y los de Ciudadanos (C's) y se confirmó con la elección de Jordi Cornet como primer secretario de la Cámara con 31 votos —la cara de Montserrat Tura, segunda secretaria con los votos del PSC, era un poema—. El apoyo extra de C's dió a Cornet el primer lugar, en una Mesa que complentan los convergentes Josep Rull y Dolors Batalla.
Una votación que puso a prueba por primera vez las dotes organizadoras del presidente del Grupo de CiU, Oriol Pujol, quien se estrenó repartiendo papeletas entre los diputados
nacionalistas que regresaban a su escaño tras votar a los vicepresidentes para garantizar la elección de Cornet, Rull y Batalla frente a la candidatura del ecosocialista Jordi Miralles. Las vicepresidencias, menos disputadas, ya estaban en manos de Lluís Corominas (CiU) y el incombustible Higini Clotas (PSC) que ostenta el dudoso honor de ser el único diputado que ha estado ahí las nueve legislaturas.
De Gispert, otra veterana de la política catalana, tomó posesión como segunda autoridad de Cataluña con un recuerdo a sus padres y aprovechó su discurso de toma de posesión para reivindicar la batalla de los cientos de mujeres que la han precedido en la lucha por la igualdad. «Hoy es un día histórico» por ese motivo, advirtió, un día «importante para las mujeres, el 50% de la población catalana, y para la normalización del país».
La primera presidenta del Parlament reconoció que estamos «muy lejos» de la sociedad en la que «la mujer estaba catalogada en el grupo de los menores y los incapacitados» pero advirtió de que la lucha debe seguir para «romper el techo de cristal» que sigue frenando a las mujeres. Prometió también consenso para hacer cumplir el reglamento del Parlament y asumió que la herencia de la VIII Legislatura dibuja un panorama difícil pero «nunca nadie ha apagado la llama de la catalanidad».
