Editorial Salto de Página. Madrid, 2010. 416 páginas. 22 euros
¿Qué es el terror? El más extremo de los miedos nos enfrenta cara a cara –o, lo que es peor, sombra a sombra- con aquello que no deseamos contemplar. Con aquello que ignoramos a conciencia, aunque los sueños se empeñen en recordarlo, gracias a una bien trabada combinación de supersticiones y rituales. El terror plantea una ruptura extrema con la realidad compartida –que no con la realidad- y desafía los límites de nuestro mundo –que no los límites del mundo, mucho más anchos y ajenos-.
Diversidad y coherencia
Si hubiera que destacar uno solo de los relatos sería el de Juan Ramón Biedma
Los antólogos poseen una condición próxima a la autoría porque no solo la elección de textos y escritores es suya. También lo es el orden, el ritmo interno del libro, tan importante en toda recopilación de relatos y más en uno de estas dimensiones y diversidad. Optan por una edición cuidada y un diseño revelador, que mezcla los cuervos -propios del terror más clásico, de esas brujas que alentaban las ambiciones de Macbeth-, la mansión de Norman Bates y la silueta del toro de Osborne, símbolo de nuestros terrores más atávicos.
Si hubiera de destacar uno solo de los relatos escogería el de Juan Ramón Biedma, no tanto por su calidad sino por el decidida búsqueda de nuevos territorios terroríficos, adecuados para una sociedad como la nuestra. Territorios dominados por la cotidianeidad porque ningún castillo embrujado, ningún zombie resulta más desasosegante que los trabajos infames, la agonía de los enfermos o la cola del paro.







