Los ultras del Atlético insultaron a Mourinho con el cántico de «ese portugués, qué hijo puta es» sin darse cuenta que en el conjunto rojiblanco había jugadores con el mismo pasaporte. Otro portugués, Cristiano Ronaldo, se convirtió en la estrella del derbi. El arma letal del Real Madrid dio un espectáculo de velocidad, desmarques y taconazos, coronado con un golazo que sentenció la eliminatoria muy pronto. La figura del partido imitó el viejo gesto de Raúl en el Camp Nou y pidió silencio a los radicales que insultaban. Valdano, que acerca posturas con el Hamburgo para fichar a Van Nistelrooy, pidió a Turienzo que refleje los improperios en el acta.
No hubo duelo de rematadores entre CR y Forlán, como no hubo combate entre el Madrid y el Atlético. El uruguayo se sintió desasistido en ataque porque los locales se hundieron anímicamente con el 0-1. El «Rubio» estuvo solo y cuando salió Diego Costa el balón ya era blanco. Las diagonales del doble Bota de Oro no las entendió ninguno de sus centrocampistas. Nunca recibió una pelota en condiciones. Sin Agüero, el Atlético y Forlán viven huérfanos. El Kun es el único que le sabe sacar el jugo.
Cristiano no necesita a nadie. Se vale por sí mismo para inventar una jugada, llevarse a cinco contrarios y dar un pase de la muerte. Su entrenador volvió a dejar a Benzema fuera del once y el número «siete» se bastó para jugar de delantero y de extremo. Es de otro planeta.
En el primer minuto ya realizó una carrera de cuarenta metros que descubrió la estrategia del Atlético para frenar al toro: le salieron tres hombres a detener su incursión. Ya sabía lo que le esperaba. No le importó. En su segunda arrancada se marchó de dos rivales y se topo con otros tres, hasta dar un pase que aseguró la posesión de balón. Respiró tres minutos y en la siguiente penetración sujetó la pelota ante tres enemigos. En la siguiente acción ofensiva de los visitantes se situó de punta nato y fusiló el gol tras el centro de Sergio Ramos. Era su diana número 33 de la temporada: 23 en Liga, cinco en Copa de Europa y otros cinco en Copa del Rey. Solamente Messi alcanza este nivel. Ronaldo rayaba por encima del clásico. En un escalón superior.
65 goles en 65 partidos
El portugués vive a gol por partido oficial en el Real Madrid. Suma 65 tantos en 65 encuentros. Anoche enseñó todos los guarismos de clase. Construyó dos taconazos de oro que convirtió en dos pases de la muerte que Di María desaprovechó lastimosamente. Culminar esos dos toques de espaldas habrían significado dos goles inolvidables.
Con el duelo decidido, sin forzar, Cristiano creó otras dos jugadas de peligro que sus compañeros no comprendieron. Dos balones de arte que se perdieron sin cazador letal. Porque el cazador es él. Valdano piensa traer un «nueve» y el mejor está en casa, pero no le gusta ocupar esa posición. Caprichos de estrellas.
