En la vorágine del arte contemporáneo las novedades se aupan sobre los hombros de los antecesores, sepultan sus logros, pulverizandolos. Pero es esa misma actualidad, en forma de conmemoraciones y aniversarios la que permite desenterrar lo olvidado, incluso para muchos, lo ignorado. Este año se celebra el 25 aniversario de la desaparición de Pablo Serrano, uno de los nombres capitales del arte español del siglo pasado, que compartió en El Paso inquietudes y proyectos con Millares, Saura o Canogar.
Referente de la escultura pública con obras como la esbelta figura de Unamuno en Salamanca o el busto de Machado en Soria, el artista aragonés fue mucho más allá de los retratos, pues gran parte de sus creación discurrió por los caminos de la abstracción y el conceptualismo. Todo ese recorrido se reúne en la sala municipal de la Pasión de Valladolid, concretamente 40 esculturas y dibujos.
«Pablo Serrano. Escultura y dibujos» no sólo tiene el aliciente de presentar una muy completa panorámica de su arte, sino pone ante el público varias obras hasta ahora prácticamente ocultas. Es más, la titulada «Anteo», perteneciente a la serie «Ordenación del caos», se creía desaparecida, pero gracias a la labor de la comisaria, Dolores Durán, que está realizando el catálogo razonado del artista aragonés, se localizó en una colección privada. Precisamente esta muestra reúne obras cedidas tanto por instituciones públicas como colecciones particulares, lo que hace aún más excepcional la muestra.
Como recordó la comisaria, Pablo Serrano volcaba en su creatividad todo un trasfondo filosófico de notables raíces humanistas. De ello hablan los títulos de las series en las que se embarcó entre 1955 y 1985, período reunido en la antigua iglesia de la Pasión: Ordenación del caos, Quema del objeto, Bóvedas para el hombre, Hombres-bóveda y Unidades-Yunta. Todo ello se completa con lo que denominó «Divertimentos con Picasso, la guitarra y el cubismo» y una serie de bustos de personalidades.
Concepto humanista
Dolores Durán explica que Serrano no deja nada al azar, aunque en apariencia así se presente. Desde los materiales utilizados, generalmente en desuso, hasta el proceso creativo contribuyen en dar forma a esa inquietud de transcendencia que impulsó al escultor y pintor. En la serie de esculturas de hierros, éstos son rescatados dándoles una nueva función en una forma donde el caos acaba teniendo una lógica formal. Pero en su investigación, Serrano fue más allá. En la serie «Quema del objeto o drama del objeto», profundiza en la transformación de la materia introduciendo en los huecos de sus esculturas materiales como la madera o el papel para ser prendidos, dejando la huella de «la presencia de la ausencia» con los rescoldos.
También con «Bóvedas» y «Hombre» se incide en la necesidad del ser humano por encontrar su sitio en el mundo, lo que el plasma en moles escultóricas con huecos de una dualidad entre el refugio y el sepulcro.