La «boina» de contaminación rodea Madrid, provocada por la circulación rodada.
«No se pueden hacer trampas al solitario». La afirmación de la ministra de Medio Ambiente, Rosa Aguilar, se refiere al cambio de ubicación de las estaciones que miden la contaminación en la capital, que ha llevado a cabo el Ayuntamiento madrileño, y que a su juicio tiene como objeto bajar artificialmente los altos niveles de contaminación en Madrid. La ministra fue muy dura con el Gobierno de Ruiz-Gallardón: «No se puede permanecer de brazos cruzados y mirar para otro lado cuando te están diciendo los indicadores que tu calidad del aire no es que sea mala, sino que es pésima».
A sus duras palabras respondio el vicealcalde, Manuel Cobo, asegurando que el cambio de ubicación de los medidores fue considerado «muy adecuado, y cito textualmente, por la anterior ministra del ramo». Cobo ironizó con el hecho de que Aguilar «sólo se ocupe de Madrid; para el MInisterio no existen otras ciudades en España». La concejal de Medio Ambiente, Ana Botella, recordó en el último pleno que la gran mayoría de ellas incumple la normativa europea, citando como ejemplo a Barcelona, y entre las de Europa, a Ámsterdam. Cobo considera que «lo que era adecuado para el gobierno de Zapatero, ahora no lo es para el gobierno de Rubalcaba», y achacó la polémica a «la propaganda electoral».
Dieselización
Los niveles de contaminación de Madrid superan la normativa europea en dióxido de azufre, procedente del tráfico. Ana Botella culpó de ello a la «dieselización» del parque automovilístico, propiciado por el Gobierno de la nación. «Ya me extrañaba a mí que en algún momento la culpa de todo no la tuviera el Gobierno», bromeó la ministra Aguilar. La responsable de Medio Ambiente se mostró partiidaria de aplicar medidas restrictivas con el tráfico de la capital, lo mismo que dijo horas antes el candidato a alcalde de Madrid por el PSOE, Jaime Lissavetzky.
