La cuenta atrás para el proceso de reestructuración forzosa al que se están sometiendo las cajas de ahorros comienza a llegar a término y la parcela de terreno sin conquistar que dejará esta transformación comienza a ser objeto de deseo de más de una entidad. El propio Francisco González, presidente del BBVA, el segundo banco del país, dejó ayer clara su intención: «Algo haremos». Las compras serán una de las patas sobre la que el banco sustentará el cambio estratégico en España: después de más de diez años a la baja, BBVA intentará arañar cuota de mercado en los próximos tres ejercicios. El otro pilar será la apertura de oficinas. Y es que el objetivo es ambicioso: engordar la cuota un 50% y llevarla del 11% actual a más allá del 16%.
En medio de la confusión que impera en el sistema financiero español, González se mostró ayer directo. Más optimista que en sus últimas apariciones, pero también más exigente. Como si España estuviera a punto de perder el último tren. «Por primera vez desde 2008 comienzo a ver luz al final del túnel», dijo González, pero todavía quedan muchas reformas que emprender: «Hay que hacerse muchas fotos más. La crisis nos ha abierto una ventana, la de las reformas, impensable hace apenas unos años, y hay que aprovecharla».
También pidió al Ejecutivo que «no se deje secuestrar por intereses particulares». Y es que las prioridades del banquero están claras. Dar carpetazo a las incertidumbres en los mercados —que encarecen la financiación de los bancos españoles— y estabilizar «rápidamente» el sistema financiero. Las cajas de ahorros pasaron en este punto al centro de sus críticas. El presidente del BBVA responsabilizó al 50% del sistema financiero de originar la mala imagen que hoy lastra a las grandes entidades españolas en los mercados —una mala imagen que ha cuantificado en 170 puntos básicos: «la prima de riesgo debería ser de 30 puntos y es de 200»— y denunció también falta de escrúpulos en algunas campañas comerciales. «Se ha hecho competencia con márgenes que no son competitivos. Son, de hecho, los más bajos de los países desarrollados. Los malos han contaminado a los buenos y se han pagado precios desorbitados. Hay que estabilizar esto lo más rápido posible», zanjó.
La perspectiva para BBVA es más optimista. El segundo banco español ganó 4.606 millones en 2010, un 9,4% más, aplacó su mora desde el 4,3% hasta el 4,1% y apuesta por mejorar sus resultados este año. El dividendo se mantendrá estable: 0,42 euros por título, con la posibilidad de cobrar en nuevas acciones parte de la remuneración. El capital básico se situó en el 9,6%, aunque este nivel se reducirá al 8,6% tras cerrarse la compra del banco turco Garanti. El «striptease» inmobiliario corrió por cuenta del consejero delegado, Ángel Cano, que explicó que el riesgo promotor ascendió a 16.608 millones, un 8% del crédito en España. De ellos, más de 3.500 millones son de dudoso cobro, lo que arroja una morosidad del 21,3%. La jornada culminó para BBVA con la colocación de 2.000 millones en cédulas hipotecarias en el mercado. La fuerte demanda permitió rebajar el precio de la emisión, que ha recalado en un total de 282 inversores, el 93% de ellos extranjeros.