El «agujero» del ladrillo en los balances del sector financiero español (las cajas en su mayoría, pero también los bancos) asciende, según los propios datos del Banco de España, a 67.605 millones de euros. Este dato (un 7% del PIB aproximadamente) representa la morosidad que hay en la actualidad en todas las actividades relacionadas con el ladrillo, bien sean referidas a financiación a empresas de construcción, inmobiliarias y a particulares.
La morosidad a principios de 2008 era insignificante
La morosidad a principios del año 2008 en actividades inmobiliarias y de construcción era de 4.736 millones de euros y apenas superaba el 1%. Diez trimestres después (tercer trimestre de 2010) esta cifra se ha multiplicado por más de diez.
De hecho, la morosidad correspondiente a hipotecas, que es aquella sobre la que parece hacerse más hincapié a nivel mediático, es bastante insignificante y además «se ha mantenido muy moderada durante toda la crisis, pasando del 0,99% a principios de 2008 hasta el pico del 3,05% del verano de 2009 para luego moderarse por encima del 2,5%, asegura Manso Olivar. Representa sólo 17.000 millones frente a los 50.000 de las empresas.
Las provisiones marcan la pérdida
Como asegura José Manuel Campos, autor de «La burbuja inmobiliaria española», uno de los primeros libros sobre la crisis inmobiliaria —libros que ahora han proliferado— «las provisiones de la banca marcan la pérdida que los propios bancos y cajas estiman que tendrán en sus balances. Las dotaciones realizadas hasta ahora son de unos 60.000 millones y para el periodo 2010-2011 se estima que serán de alrededor de 90.000 millones». Esta cantidad es la que el sector financiero debe de aportar para hacer frente a la pérdida del valor de las viviendas y suelos. Según Mansolivar & IAX, la pérdida del valor de los créditos morosos en el sector de la construcción ya alcanza el 43%.
El crédito irrecuperable está entre 75.000 y 80.000 millones
Escenarios posibles
Buena parte de este dinero ya no volverá, pero la cuestión es saber si, en palabras de Mateo, «será tanto como para que acabemos como Irlanda». Esto es poco probable ya que el sistema financiero de la pequeña isla tenía un «agujero» aproximado de 100.000 millones de euros, incluso superior al que puede haber en España con una economía nueve veces menor. Un agujero que, al igual que el español, se gestó al calor de unos tipos de interés bajísimos y una valoración irreal de los activos.
Es imprescindible que haya recuperación económica y que mejore el paro
¿Y el Banco de España?
Cuenta José Luis Campos que en algunas ocasiones una caja de ahorros «tenía familias de inmigrantes que avalaban o compraban propiedades turnándose contratos de compra. Esto quiere decir que a lo mejor entre nueve personas habían adquirido seis o siete viviendas turnándose como compradores o como avalistas, cuando tenían unas profesiones poco seguras que les aseguraban unos ingresos inestables. Y algún directivo de esta caja, preguntado al respecto, contestaba que en el caso de que no pudieran pagar siempre podrían quedarse con el piso».
Algunas cajas otorgaron créditos sin apenas avales a personas que no los devolverían
Rubén Manso Olivar asegura que «defiendo a los inspectores porque hablo con ellos y sabían lo que estaba pasando. El problema es si las autoridades quieren escuchar o no quieren escuchar». Borja Mateo asegura, por su parte, que la entidad regulatoria se ha comportado de forma «extraordinariamente imprudente, indecente, ocultando la situación patrimonial real del conjunto del sistema financiero».
Y ahora... la reforma
Por fin, mucho tiempo más tarde de que el problema inmobiliario empezara a asomar la cabeza, una reforma de urgencia del Gobierno pretende sacar a la luz por fin estos balances «tóxicos». Para Rubén Manso, la reforma llega «muy tarde y además va a generar dos consecuencias, una reducción del crédito y una subida de los tipos de interés interbancarios. Es muy difícil que coloquen todo el papel que necesitan, porque es mucho dinero. Solamente Caja Madrid necesita 21.000 millones para cubrir el déficit de caja, o sea la diferencia entre vencimientos de títulos que tiene y las desinversiones que prevé».
Campos, por su parte, asegura que «vamos por detrás y forzados, porque reconocer los errores es muy difícil. Durante tiempo hemos vivido episodios ridículos, como por ejemplo cajas de una región española comprando en Hungría un banco por internet, cosas completamente surrealistas». Para Borja Mateo, «la única solución ahora es generar beneficios y provisiones, aunque la digestión no se hará hasta 2014, 2015 ó 2016».