Canarias

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Canarias / POSTIGO ISLEÑO

EL GENERAL PRIMO DE RIVERA Y GRAN CANARIA

Día 10/02/2011

SI la primera visita de un monarca a Canarias fue la de Alfonso XIII en 1906, que recorrió todas y cada una de las islas del Archipiélago, según había sido su deseo y pese al mal tiempo reinante que dificultó muchísimo aquel viaje regio, del que también ABC dio amplia y puntual cuenta, la de un presidente de Gobierno —«Presidente del Consejo de Gobierno», como era costumbre nominarlo entonces— no tuvo lugar hasta el mes de octubre de 1928, cuando el General Miguel Primo de Rivera visitó Tenerife y Gran Canaria entre el miércoles 17 y el domingo 21.

Fue una visita que levantó un interés generalizado entre toda la población y no sólo en Gran Canaria, sino en Tenerife donde, como señaló el cronista oficial de Las Palmas de Gran Canaria Carlos Navarro Ruiz, «fue recibidísimo y muy obsequiado, no obstante haber llevado a efecto el ideal de Gran Canaria con la división de la Provincia, por él decretada hacía un año». Así el ABC del jueves 18 señalaba en su información cómo «Desde el muelle hasta la iglesia de La Concepción, donde se cantó un Te Deum, fue a pie el Marqués de Estella, rodeado de la gente del pueblo» y luego «hasta el cuartel de San Carlos, el público continuó aclamando al presidente» y añadía cómo «las mujeres, especialmente, han tomado una parte muy activa en la manifestación». En el fondo se trataba de un viaje muy esperado, tanto que, como recogía ABC en su edición del día 20, al referirse a su visita a todos los pueblos y localidades del sur de Tenerife, «en todas partes se ha entregado al presidente un memorial de peticiones, que viene a ser el programa mínimo de aspiraciones de estos isleños», algo que se repetiría en Gran Canaria, resultando tan ingente el material recabado que, al regreso, el propio Primo de Rivera ordena que el cañonero Dato «viaje a velocidad moderada para permanecer varios días en el mar y dedicar ese tiempo a ordenar los asuntos que lleva de Canarias, para estudiarlos».

D A Gran Canaria, como informa de manera extensa ABC en su edición del domingo 21, llegó el día anterior a las nueve treinta de la mañana en el marco de una jornada que se convertiría en una multitudinaria fiesta popular. Como resalta el corresponsal de ABC Reverte «del puerto canario habían salido los vapores correos interinsulares y otras embarcaciones que dieron escolta al cañonero un buen rato», al tiempo que «las sirenas de los empavesados buques sonaban y se soltaron palomas. Estallaron tracas y cohetes. Tronó en cañón del Dato, rindiendo los honores de ordenanza, y el pueblo canario, congregado en los muelles, rompió en vítores y aplausos». Aquí también habría Te Deum en la Catedral de Canarias, paseo por una abarrotadísima Plaza de Santa Ana, recepción concurrida en el Ayuntamiento, unas horas dedicadas en el Gobierno Civil a recibir a cuantos habían pedido audiencia, entrega de banderas a tres somatenes de la isla, almuerzo en el Hotel Santa Catalina, bailes en el Teatro Pérez Galdós y en el Real Club Náutico, donde el presidente Primo de Rivera bailó con la poetisa, novelista, cantante lírica y actriz grancanaria vinculada estrechamente con la Generación del 27 Josefina de la Torre y con la británica Miss Phyllis Blandy Rimer, que años mas tarde contraería matrimonio con el prestigioso almirante oriundo de esta isla Fernando Meléndez Bojart, se interesó por los proyectos de saneamiento de La Isleta y visitó las obras de ampliación del Puerto de La Luz, ambos impulsados desde su gobierno, e inauguró las nuevas instalaciones de la Cicer, acto para el que expresamente habían llegado los representantes de esta empresa señores Goicoechea y Bauer —aunque se cuenta que el general se quedó muy sorprendido de encontrarse ya con una gran industria, cuando él creía que venía a colocar la primera piedra de un futuro edificio—. ABC, el día 23, recogería de modo minucioso su último día de estancia en Gran Canaria, antes de partir hacia Cádiz. Ya había visitado por el

centro de la isla las localidades de Tafira, el Monte Lentiscal y Santa Brígida, desde donde se dirigió a Telde y desde allí a la Bahía de Gando para conocer el proyecto de «creación de un aeropuerto, en la playa donde arrancó para América el Plus Ultra, en su glorioso viaje», e impresionado por las cualidades de aquella zona para ese fin dispuso, como recoge Navarro Ruiz en su crónica, «enviar pronto los técnicos, que informaran sobre el aeropuerto y las obras necesarias». Por el norte visitó Arucas, deteniéndose especialmente en la presa de Pinto para conocer su funcionamiento, y la Villa Mariana de Teror, donde, como informaba ABC, «fue recibido con repiques de campanas, cohetes y aclamaciones del vecindario, entró en la iglesia y oró ante la venerada imagen» de la patrona de la isla, la Virgen del Pino. Tras estas visitas, del contacto con sus gentes e instituciones, aunadas al conocimiento que ya tenía del Archipiélago y sus mas perentorias necesidades, en una nota entregada a la prensa antes de abandonar Las Palmas, y que ABC recogió completa y textualmente, recordaba a todos que «el Archipiélago Canario merece la mayor atención del poder Público, y debería ser visitado por todos los españoles», y resaltaba que se llevaba «notas y apuntes sobre las islas que necesitarán algún tiempo para un somero estudio; pero me adelanto a declarar que ninguna de las peticiones que se me han hecho envuelve caprichos ni egoísmos, sino bien fundado afán de mejoras generales».

Mucho significó para los grancanarios no sólo aquella visita, sino las iniciativas legales, el apoyo en muchos temas vitales, la resolución definitiva de asuntos como el importante litigio de La Aldea y las obras de infraestructura que el Gobierno presidido por Primo de Rivera aportó a Gran Canaria. Fue algo que no se olvidó nunca y que aquellos isleños quisieron agradecer y reconocer con diversos nombramientos, distinciones y rotulación de calles y plazas con el nombre de quien siempre se consideró verdadero bienhechor insular. Ahora aquella decisión legítima y digna no debe alterarse, mucho menos alegando sucesos históricos que nada tuvieron que ver con él y que acontecieron incluso después de su fallecimiento. A nadie se le oculta hoy que el nombre del General Miguel Primo de Rivera está ligado honrosa e indisolublemente a la historia de Gran Canaria.

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