Podría ser el sueño de cualquier delantero. Quizás de cualquier futbolista. Meter el gol de la victoria en un derbi. Que el tanto fuese sinónimo de tres puntos para refrendar un liderato. Y que encima, la diana se hiciese con una chilena espectacular que se cuela en la meta rival con la clara dirección de la escuadra. Espectacular. Plástico. Acrobático. Esta ensoñación la hizo realidad Wayne Rooney. El «chico malo de Liverpool» se elevó en el minuto 78 del partido entre el Manchester United y el City para conectar —con el talentoso recurso de la chilena— con el balón y marcar el 2-1, precisamente, en el «Teatro de los sueños». El curso del balón desde el centro de Nani hasta la pegada de Rooney mantuvo a los presentes en el campo —o los que seguían el encuentro por televisión— absortos con una secuencia que bien recordaba a la imagen de Pelé goleando de forma tan acrobática en la película «Evasión o victoria».
El gol permitió a Rooney acabar de conseguir el perdón de la afición del United, a la que no le gustó las artes que utilizó el arrogante delantero a principio de la temporada para renovar su contrato hasta 2015 y mejorar su contrato económicamente.
El triunfo del equipo de Ferguson sobre el City de David Silva, quien marcó el tanto para los suyos, deja al United líder con 57 puntos, cuatro sobre el segundo, el Arsenal —próximo rival del Barcelona en la Champions— que ganó 2-0 al Wolves con un doblete de Van Persie, y con ocho más que los «citizen», que podrían haber perdido su oportunidad de cazar a los «diablos rojos». Fernando Torres se enfrenta mañana al Fulham. Otro derbi.
Bundesliga. Como el Valencia, el Schalke llega al duelo de «Champions» del martes después de una victoria. Raúl hizo de asistente de Farfán en el triunfo por la mínima (1-0) ante el Friburgo en un partido de más sombras que luces. El Bayern de Munich, por su parte, con un doblete y una asistencia de Robben destrozó al Hoffenheim (4-0).
Calcio. El Milán tumbó con solvencia al Parma. Los goles de Seedorf, Cassano y el doblete de Robinho permiten a los «rossoneri» no bajar la guardia en el camino del «Scudetto» ante la amenaza continua del Nápoles de Cavani y Lavezzi.