Según se esperaba, la gala de los Premios Goya 2011 fue menos previsible de lo que acostumbra, no solo por el majestuoso decorado natural en el que se celebró el 25 aniversario de los galardones, sino porque «Balada triste de trompeta» y «También la lluvia», firmes candidatas, se encontraron con la horma de su zapato ante la propuesta activa de la tercera candidata en nominaciones, «Pan negro», con su vuelta de tuerca a la Guerra Civil española bajo la sutil mirada del cineasta Agustí Villaronga, al que —cosas de la vida— parece que muchos acaban de descubrir. «Lo peor que puede tener el que te consideren un cineasta maldito —en otros lares sinónimo de, al menos, interesante— es que sirve para que te olviden», explica el cineasta.
El propio director reconoce que llevaba varios años sin rodar, pero en su camino se cruzó la perseverante productora Isona Passola, con una positividad a prueba de bomba, quien supo apoyar al dubitativo y sensible Villaronga en este proyecto. «La película ha tenido una críticas magníficas, pero no había presupuesto para más de ochenta copias —explica Passola—. Pero tras los nueve premios hemos puesto cien copias más al mercado. Hay que aprovechar el momento, puesto que la competencia es dura».
Tras la ceremonia, Villaronga se mostró nervioso y emocionado, hasta el punto de meterse detrás de una puerta para soltar las lágrimas, beber el agua que pedía a gritos con la boca pastosa, e intentar bajar las pulsaciones provocadas por el aluvión de felicitaciones. «No suelo pensar en los premios, porque no merece la pena. Incluso ahora me ratifico en que es mejor no dedicarle tiempo a ese tipo de fantasías. No sirven de nada. Es cierto, no creí que fuera a salir todo tan bien para nuestra película».
¿Hasta qué punto cree Villaronga que con su triunfo le ha ganado la partida al poder? «Se puede llamar como se quiera, pero siempre me ha parecido que las competiciones son muy malas, nadie ha ganado a nadie. Bueno, los premios son algo objetivo que se da a unas personas o a unas películas, pero no quiere decir que sean mejores o peores y mucho menos las personas, como en el caso de Icíar y Álex. No me siento en competencia con ellos. Es más, estoy seguro de que son lo suficientemente generosos como para estar contentos por el hecho de que esta vez yo haya tenido tal privilegio».
Entre compañeros
Agustí Villaronga también asegura que le gustan los Goya, «porque provienen de compañeros de oficio. En otros casos vienen de la crítica, o de jurados de festival». Y comenta que, tras veinticinco años de carrera, con este espaldarazo «me he sentido muy apreciado. La verdad es que quiero creer que hay mucha gente que me aprecia y que tenía ganas de que ganara. Pero no olvide que con aprecio o sin aprecio también me he tirado más de siete años sin trabajar. Pero yo no lucho por estar en primera línea ni por ganar dinero».
Finalmente, el realizador también subraya que «Pan negro» no es ese tipo de «filme que se rueda para gustar y agradar. Digamos que ha gustado a contrapelo. Es muy dura y nunca me planteé dulcificarla».
Pasado el atracón de goyas, Villaronga se prepara para rodar una historia sobre Eva Perón y la llamada «gira del arco iris», que hizo con la misión de recomponer la imagen del peronismo en el exterior.
