Su sueño es profundo, mucho más de lo que se creía. El corazón apenas late. Su cuerpo frío parece detenerse, como en una muerte a medias. El proceso de hibernación parece un misterio de la naturaleza, pero en los osos ha resultado aún más asombroso de lo que podía esperarse. Investigadores del Instituto de Biología del Ártico de la Universidad de Alaska Fairbanks en Estados Unidos han descubierto que los osos negros americanos muestran grandes disminuciones en su metabolismo durante la hibernación, unos niveles de «parón» en sus cuerpos que nunca antes habían sido detectados. Por si fuera poco, esa «calma» biológica no se interrumpe bruscamente cuando llega la primavera, sino que el animal todavía sigue «bajo mínimos» durante un período prolongado tras abandonar su madriguera. El trabajo, que se publica en la revista 'Science', avanza en las características de un proceso físico que podría ser clave en el tratamiento de trastornos cardiovasculares.
Según explica Oivind Toien, director del estudio, "en general, el metabolismo de un animal se ralentiza alrededor de la mitad por cada 10 grados centígrados de descenso en la temperatura corporal. Sin embargo, el metabolismo de los osos negros se ralentiza un 75 por ciento, aunque su temperatura corporal disminuya sólo entre cinco y seis grados". La cantidad de supresión metabólica fue una sorpresa. El equipo de Toien también se sorprendió cuando el metabolismo de los osos permaneció suprimido durante varias semanas después de que los animales abandonaran sus guaridas.
Este es el primer estudio que mide de forma continua las tasas metabólicas y las temperaturas corporales de los osos negros cuando hibernan durante el invierno y después de reaparecer de sus madrigueras en primavera. Los investigadores implantaron en cinco osos negros capturados en el centro y el interior de Alaska radio transmisores para registrar su temperatura corporal, latidos cardiacos y actividad muscular. Los osos fueron mantenidos en estructuras que imitaban sus guaridas, lejos de las molestias humanas, y controlados a través de cámaras infrarrojas.
Los osos en hibernación sólo respiran una o dos veces por minuto y sus corazones se ralentizan entre respiraciones, algunas veces laten cada 20 segundos. "Cada vez que el oso toman aire en la respiración, el corazón se acelera por un corto periodo de tiempo de una forma similar a como lo haría en verano durante el descanso. Cuando los osos expiran, el corazón se ralentiza y pasarán de 30 a 60 segundos hasta la próxima respiración", apunta Toien.
Dormidos en verano
Los investigadores esperaban descubrir que el metabolismo de los animales regresaba a niveles normales justo después de que los animales volvieran a la actividad y salieran de sus oseras en primavera, como hacen pequeños animales hibernantes como la ardilla terrestre ártica. Pero no fue así. Sus tasas metabólicas eran la mitad de lo normal en vernano, aunque su temperatura corporal retornara a casi la normalidad de los 37 grados centígrados. Los osos tarn de dos a tres semanas en estabilizarse en sus niveles metabólicos de verano. "Los osos libres que se pueden encontrar en los bosques al inicio de la primavera podrían estar en una fase de transición", añade Toien.
El interés en la fisiología de animales en hibernación como los osos negros va más allá de la biología comparativa, dado que la aplicación de los mecanismos de supresión metabólica a personas en situaciones de urgencia podría salvar vidas. "Reducir de forma rápida las demandas metabólicas de las víctimas de ictus, ataque cardíaco o trauma les estabilizaría y protegería hasta conseguir más tiempo para controlar médicamente la situación y extender los tiempos óptimos de tratamiento", señala Brian Barnes, uno de los autores del trabajo.