Como lo dijo Bernie Ecclestone, todos se alarmaron, cuajado lo que antes era un rumor como una posibilidad cada vez más real. Hay revueltas en Bahréin —ya han muerto, al menos, dos personas— y casualmente el Mundial de Fórmula 1 arranca en ese punto el 13 de marzo sin que nadie tenga claro qué pasará. Hay riesgo de que no se corra y Ecclestone lo admite abiertamente, preocupado por la integridad de su negocio. «El peligro es obvio. Si la gente quiere realizar una protesta que tenga cobertura mundial y que le sirva para obtener reconocimiento en todo el mundo, sería muy fácil, ¿no? Tan sencillo como crear un problema en la parrilla en Bahréin y obtendrían cobertura en todo el planeta», reflexionó con cierta lógica. Mientras, los organizadores del Gran Premio trataron de calmar al personal: «Todo lo que podría hacer peligrar la seguridad será controlado. La seguridad de todos los visitantes es la máxima prioridad», prometen los jeques, convencidos de que se cumplirá la agenda.
Agitado el escenario, cada día más violentas las protestas, los enfrentamientos en Manama, capital del país, entre las fuerzas de seguridad y jóvenes opositores —reclaman al rey Salman Hamad Isa Al Khalifa que reforme el régimen y establezca una democracia en el país— ya han provocado que las carreras de la GP2 Asia del próximo fin de semana se hayan visto afectadas e incluso podrían llegar a no disputarse. «Tengo que hablar con el príncipe heredero para conocer la situación», añadió Ecclestone.
Pese a que aún queda casi un mes, la F-1 tiene previsto desembarcar en Bahréin para realizar los últimos entrenamientos de pretemporada del 3 al 6 de marzo.
